jueves, 19 de febrero de 2015

Claudio Perrin: Umbral: entrevista


Cuando la película pide ser filmada 


Afectado por el crimen de David Moreira, Claudio Perrin explica los motivos de su próxima película y la financiación por vía virtual. Un espacio cerrado y cinco personajes enfrentados. La urgencia por querer filmar.

Por Leandro Arteaga

El nuevo proyecto que el realizador Claudio Perrin impulsa, Umbral, interroga de manera dual. Por un lado, por su génesis argumental; por el otro, ante la búsqueda de financiamiento. En todo caso, dos caras de esa misma moneda que es hacer cine, tan complejas como recíprocas: sin guión no hay película, sin plata tampoco.
Ahora bien, con Umbral se plantea un dedo profundo en la llaga, desde un sostén narrativo que serpentea y pica a todos de maneras distintas. En palabras del propio cineasta: “Umbral surge en base a lo ocurrido con el linchamiento de David Moreira (asesinado a golpes por un grupo de personas, después de que le hubiera robado la cartera a una joven, en marzo de 2014 en barrio Azcuénaga) y la seguidilla de casos que se dio después. A la semana siguiente, en Buenos Aires se registraron algunos casos más, que no llegaron al mismo final trágico. Es algo que me conmovió mucho, en el sentido de la crudeza que tiene todo el asunto. Me puse a investigar y en toda Latinoamérica hay hechos similares, en Perú y en Bolivia son bastante comunes. Encontré el caso de un policía peruano, que salía de festejar su ascenso, estaba de licencia, andaba borracho por la calle y lo lincharon confundido con un ladrón o con alguien que hacía escándalo.”
La sinopsis de prensa de Umbral dice: “Una casa vacía en la noche. En la calle se escuchan gritos hasta que cinco personas cruzan el umbral de la puerta sitiados por el silencio de un crimen”. Perrin completa: “No es que me basé solamente en el caso de David Moreira, sino también en similares, lo quiero aclarar porque mucha gente piensa que voy a retratar su crimen. Se trata de un disparador, que me llevó a pensar qué pasaba por la cabeza de los que habían hecho eso durante el momento inmediato, siguiente, posterior. ¿Qué pasaba por la cabeza de esta gente? Esa fue la saliente del tema de Umbral. Me gustaba la idea de juntar a esas personas en una casa, que estuviesen forzados a estar juntos por cierta cantidad de tiempo y ver qué pasaría entre ellos, cómo sería la simbiosis entre los personajes. Me conmovió mucho pensar en algo que, al menos para mí, es aterrador.”

-¿En qué estado se encuentra el trabajo de guión?
-Voy por una tercera versión. En principio, me gusta escribir una primera versión bastante incipiente, sin pensar demasiado, dejándome llevar sobre cómo puede derivar la historia. En la segunda voy corrigiendo, veo qué cosas no funcionan, agrego más detalles. Ahora estoy en la tercera versión y el final cambió bastante, me parece mejor de cara a la trama de la historia.

-¿El reparto está definido?
-Sí, voy a volver a trabajar con Claudia Schujman y Miguel Bosco (los protagonistas de Bronce, película anterior de Perrin), junto a Gustavo Guirado, Bárbara Peters y Tito Gómez, con quien vuelvo a filmar después de muchos años. Ellos son los cinco personajes que están aglutinados en esa casa, sin poder salir, porque afuera está llegando la policía. Pero al afuera no lo voy a mostrar, yo me quedo con el adentro. 

-¿Cuándo apareció el título “Umbral”?
-Durante la primera versión del guión. Mientras escribía el guión, justo estaba leyendo un libro sobre mitologías y en muchas de ellas se habla de cruzar el umbral. Me gustó esta metáfora de cinco personas que cruzan un umbral duro, muy trágico, en una decisión crucial, porque no se vuelve a ser el mismo después de haber hecho esto. Me gustó jugar con esta idea de que al principio se vería el umbral de la puerta de casa y los pies de los que entran para no poder salir. Acá hay también una situación de encierro, carcelaria; yo imagino que los personajes inconcientemente están pensando que esta especie de cárcel podría preanunciar lo que les pasaría si los agarraran. Hay varias ideas.

-¿Cómo surge la idea del crowdfunding?
-Aparece ante la necesidad de poder producir algo en forma inmediata, lo más pronto posible. En cierto modo, estoy un poco desanimado con los concursos, se tornan muy largos, uno no sabe si sale, y si no salís tenés que volver a presentarte, a esperar una respuesta. Si uno tiene la suerte de salir favorecido, a veces se pierde el enamoramiento con el proyecto, con la trama, porque uno llega medio cansado, sin ese grado de seducción que se tenía al inicio. Uno se tiene que enamorar de su trama, de sus personajes, del trabajo con los actores, y cuando llega esa posibilidad, a lo mejor ya pasaron dos o tres años. Y cuando se llega al rodaje, todo ese feeling que se tenía decae mucho. De la posibilidad del crowdfunding me enteré al hablar con unos colegas cuando fui jurado del Festival de Cine con Vecinos de Saladillo, comentando sobre las problemáticas que teníamos los cineastas independientes y del interior. Yo estaba un poco descreído, pero me puse a investigar, miré otros proyectos y lo que recaudaron, y me propuse probar, a ver qué resulta. Vamos a ver si por medio del apoyo de particulares podemos llegar al monto necesario para financiar la película, sin tener que armar carpetas de presentación ni de presupuestos. Es una plataforma latina de financiamiento (http://idea.me/), donde uno se registra y puede hacer aportes que van desde los cien a los diez mil pesos. Estamos en esta etapa.

-¿Ya tuviste una respuesta?
-Tenemos algunas colaboraciones, estamos en un ocho por ciento del proyecto, tenemos que llegar al diez por ciento para que Idea.me lo publicite en su página de inicio. Por eso hay que movilizarse fuertemente para alcanzar ese diez y que el proyecto pase a ser difundido de otra manera. Por ahora, solamente es visible para quienes yo les doy el enlace. Es una alternativa interesante, hay proyectos que incluso han superado el tope que tenían. Yo no soy una persona muy ansiosa, pero sí en este tema, porque uno quiere producir y tengo muy en claro que no tengo que perder el enamoramiento con el proyecto, porque una vez que se pierde se nota, he visto trabajos a los que les falta el amor del director.
Para acceder a la posibilidad de colaborar con Umbral, de Claudio Perrin, consultar: http://idea.me/projects/27144/umbral



Claudio Perrin es egresado de la Escuela Provincial de Cine y Televisión de Rosario, y en su trayectoria destaca una mirada abocada a personajes circunspectos, atravesados por un malestar que les carcome. Es el caso del policía corrupto de Cobani (1988, codirigida con Roberto Bianchi) y del vendedor de ciudad de Cosecha (1995), preso de una telaraña rural. Si Cobani fue destacado en su momento –por calidad de producción e interpretación- por el Jurado del Festival de Video Latinoamericano Rosario, el caso de Cosecha fue mayor, al ser elegido Mejor Video Rosarino de ese Festival. En Los deseos del camino (2001) -seleccionada en el Festival de Cine y Video Latinoamericano de Toulouse- es momento de viajar, de partir, de ir hacia el mar. Mientras que en Terminal (2007), el protagonista se pierde en sí mismo mientras merodea por la terminal de ómnibus a la espera de su próximo trabajo por encargo. La película más resuelta de Perrin, en cuanto a la depuración de sus formas, es Bronce (2013), premiada nacional e internacionalmente, a partir de la historia de dos hermanos y una angustia que es el concepto de su puesta en escena. “El recorrido de Bronce ayuda y mucho”, dice Perrin de cara al esfuerzo supuesto para el financiamiento de Umbral, “pero continúa siendo una escalera, se trata de otro peldaño más, tal vez ahora un poco menos forzoso”.
 

sábado, 14 de febrero de 2015

Javier Moreno: Marais del sueño: entrevista


Al límite de la conciencia


El contrabajista español presenta su disco junto a Ernesto Jodos y Sergio Verdinelli. Marais del sueño se propone como el viaje interior de un artista de trayectoria internacional que traspasa las fronteras con su producción.

Por Leandro Arteaga

Parque de España abre su temporada con un espectáculo de jazz de prestigio internacional. Mañana a las 21, el Teatro Príncipe de Asturias recibirá al contrabajista español Javier Moreno y su trío Marais del sueño, que conforma junto a Ernesto Jodos (piano) y Sergio Verdinelli (batería). El nombre del grupo también es título del último disco de Moreno, grabado en Nueva York en 2013, compuesto por ocho composiciones suyas.
Nacido en Madrid, Javier Moreno reparte sus trabajos en salas de Madrid, Roma, París, Buenos Aires y Nueva York. Es Master en Jazz Performance por la New York University, y Licenciado Superior en Jazz por el Royal Conservatory de La Haya, Holanda. Ha colaborado con artistas de la talla de Tim Berne, Dino Saluzzi, Tony Malaby, Gerald Cleaver, George Garzone, Craig Taborn, Badal Roy, Ralph Lalalma, Mat Maneri Carmen Linares, Agustín Carbonell "El Bola", Javier Ruibal, Arcángel, David Dorantes, entre otros. Su nombre ha acompañado encuentros internacionales de relieve, como el de San Sebastián (España), Spoletto Jazz Festival (EE.UU.), Festival de Jazz de Madrid, Jazz Sur Son de Toulouse (Francia), Festival de Jazz de Buenos Aires, Rhino Jazz (Francia), New York Flamenco Festival (Nueva York).
De su trayectoria, destaca el espectáculo Aire y concierto para nómadas, una experiencia poético visual registrada en el Tempietto de Bramante (Roma), y que puede apreciarse íntegro por YouTube. De este emprendimiento abrumador, cuenta Moreno a Rosario/12 que "se trató de un proyecto interdisciplinar, en colaboración con artistas visuales. Aire es un viaje sobre mi vida, y se dio como proyecto final durante mi residencia como compositor en la Real Academia de España en Roma, el año pasado, en la cual residí nueve meses. Pero también es un viaje por el aire, por el tiempo y por las ciudades donde he vivido: Madrid, Buenos Aires, París, Nueva York, Roma. Es un viaje un poco abstracto, que se hila con fragmentos de la poetisa Isabel Cadenas Cañón."
Y agrega: "Si bien todo estaba compuesto, yo daba espacios, opciones a abrir puertas para la improvisación, que luego provocaban como interludios, que pasaban de una poesía a otra y de una ciudad a otra. Ese era el punto: cómo hacer transiciones durante el viaje para llegar de una ciudad a otra. La verdad es que es un mensaje bastante abstracto, intrínseco a las características del proyecto. La despedida de ese concierto fue una despedida mía de un año muy potente. Fue un proyecto muy gordo, al cual ahora estoy intentando darle más salida en Europa, en otros lados; me gustaría tenerlo como un proyecto que se transforme siempre, y poder llevarlo a cabo unas dos veces al año, porque es muy potente para mí poder hacerlo. Todo lo que hice en Italia fue muy intenso, con esos músicos tengo también otro proyecto que se llama Hermanos Quartet, con el que estuvimos tocando todo el año, fue muy bonito."

-Si el viaje era el concepto en Aire, ¿cuál es el de Marais del sueño?
-Es un concepto todavía más abstracto, Marais no tiene que ver con un viaje nómada, sino con un viaje interior. La palabra "marais" remite a lagos, lagos del sueño, y es por eso que fuimos a rodar a lagos de Roma, con un cineasta amigo mío, a quien le he hecho bandas sonoras para algunas películas. Lo que intento transmitir un poco es la idea de un viaje al límite de la conciencia, de lo que cada uno puede llegar a hacer con su creatividad, de dónde están los abismos de cada uno. En el disco hay mucho viaje a España, como en "Interludio oriental", basada en un ostinato del compositor español Enrique Granados, que vamos a tocar en el concierto. Es un viaje más interior. Si bien hay algunos temas más alegres y son melodías que se entienden muy bien, se trata de un viaje bastante oscuro, de alguna manera.

-¿Cómo se comunica esta sensación durante el trabajo y los ensayos con los demás músicos del trío?
-Trabajar con ellos es una delicia, date cuenta de que estamos tocando mucho. Ellos han tocado mi música mucho más que los músicos que han tocado el disco. Al disco lo grabé hace dos años en Nueva York, pero luego estuve en Argentina, en Roma, y otra vez aquí. Con ese grupo y con Rodrigo Domínguez, un saxofonista muy bueno de Buenos Aires, vamos a grabar un disco dentro de un mes, colaborativo, donde vamos a ser todos líderes, de alguna manera. Es una gozada tocar con ellos. Venimos de una gira de Chile, una semana que hemos pasado genial, hace unos días hemos tocado en Buenos Aires; es decir, siempre estamos tocando, y la música ellos la saben mucho mejor que yo (risas). Son unos excelentes músicos y es una gozada por el feeling que hemos cogido los tres, primero por la ayuda que me dieron para conocer todo, porque llegué aquí un poco por amor y de repente, al conocerles a ellos, hemos compartido meses de música y de una afinidad que es increíble. Siento que es mi grupo, pero también siento que es un grupo de los tres; yo puedo ser el líder, pero a la semana siguiente lo puede ser Ernesto Jodos. Del álbum Marais del sueño vamos a tocar cerca de un 70 por ciento de las composiciones. El otro 30 por ciento lo vamos a dedicar a canciones de Ernesto.

viernes, 13 de febrero de 2015

Ricardo Soulé+Roger Muzzio: G11: entrevistas


Una cofradía de seis cuerdas


Con la dirección de Coco Maskivker, once guitarristas y una banda de doce músicos recorrerán un repertorio dedicado al rock, blues, jazz. Con el cierre de un invitado especial: Ricardo Soulé.

Por Leandro Arteaga
Rosario/12, 13/02/2015

  "¡Once guitarristas once!" debiera gritar un vocero. Rock, blues, jazz, pop, al ritmo de canciones donde la guitarra es la protagonista, en compañía de una orquesta de doce músicos más. Con entrada libre y gratuita, el espectáculo es esta noche a las 21, en la explanada de ingreso del Museo Castagnino (Oroño y Pellegrini). Además, la presencia para el cierre de Ricardo Soulé (ver más abajo). Ni más ni menos.
 Así como la serie de festivales internacionales G3, de Joe Satriani y Steve Vai, y el Festival Crossroads de Eric Clapton, G11 nace a partir de la propuesta de Coco Maskivker, encargado de la dirección y arreglos. "Esto es una idea suya", subraya el guitarrista Roger Muzzio a Rosario/12, y agrega: "Se supone que un guitarrista tiene su ego, ¿viste? Cuando Coco nos convocó, creo que cada uno de nosotros pensó lo mismo, que estaba rechiflado. Otros músicos decían '¡los guitarristas se van a matar!, ¡va a ser una guerra de egos!', pero pasó todo lo contrario, hubo una onda increíble. Para que te des una idea, yo voy a tocar un tema de Santana, y me juntaron con Valdi Mónaco, que es más (Yngwie) Malmsteen o Steve Vai, y lo terminamos pasando joya. Cada uno toca como toca y la pasa bárbaro, mientras los demás disfrutan."

 - ¿Cómo son esos ensayos?
 -Ensayamos en una sala muy grande, en donde está armada la banda base mientras van pasando los guitarristas. Está bueno porque el resto está por el suelo, sentados en algún sofá, y aplauden al que toca. Son como pequeños shows personales, muy copado. Hay temas donde hay un solo guitarrista como figura principal, y después otros con guitarras compartidas. Y vamos a hacer un cierre donde vamos a pasar todos. Está claro que algunos de los temas son bastante complicados y necesitan un laburo especial. Pero el trabajo de cada uno es el de estudiar sus partes. Por otro lado, los músicos de la banda son unos profesionales muy grosos también. Son todos unos músicos excelentes.
Además de Muzzio y Mónaco, los guitarristas a presentarse son: Carlos Balbi, Rama Molina, Manuel Asenjo, Luis Fuster, Gustavo Marozzi, Palmo Addario y Santiago Pagura. La banda está integrada por Andy Cossani, Alvaro Manzanero, Tutu Rufus, Marcelo Vizarri, Coco Maskivker, Fer Prieri, Ike Parodi, Esteban Merdeni, Pau Soka, Pablo Devadder, Yamil Mohadile, Samuel Iwanczuk Iriarte.
 "No somos siempre los mismos los guitarristas - aclara Muzzio- , ahora hay chicos que no han tocado nunca con nosotros. Se trata de un homenaje a este instrumento que yo creo que es el símbolo del rock y de toda la música popular contemporánea del siglo XX para acá. Está bueno que Rosario tenga la posibilidad de ver a sus propios artistas y los conozca, porque cada uno de nosotros tiene su proyecto personal. Por otra parte, vamos a tocar a algunos de los violeros que a nosotros nos parece son de los más grandes del mundo".
Entre los músicos que ha elegido homenajear G11 figuran Jimmy Page, Jeff Beck, Jimi Hendrix, Ritchie Blackmore, Eric Clapton, Scott Henderson, Joe Satriani. Pero también y sobre todo, el gran Ricardo Soulé como presencia mayúscula de la noche. "Como siempre, para mí es una alegría tocar en Rosario. Ya van muchas décadas de visitas a la ciudad, por distintas oportunidades y motivos. Es una alegría que me convoquen en esta oportunidad, de que haya trascendido mi carrera como guitarrista, y que a través de los años se haya podido formar una idea concreta de lo que yo considero es la música", comenta el fundador de Vox Dei a Rosario/12. Y agrega: "Creo que definir al rock a través de la música de la guitarra es una especie de obligación".

 - Si le pido que nombre guitarristas predilectos, ¿en quiénes piensa?
 -En todos los guitarristas que tuve la suerte de escuchar a través de los tiempos, empezando por los más antiguos, los de mi infancia, que pertenecían a la extracción del tango. Gracias a mi familia, yo tuve la suerte y el destino de haberme vinculado con la guitarra a través del tango. Mis tíos tocaban la guitarra de manera aficionada, y pude apreciar en vivo y en directo la expresión más profunda del sentimiento de un músico a través de ese instrumento.

 -A propósito del disco dedicado a Frank Sinatra, Bob Dylan decía que el rock vino a tapar entre otras melodías al tango. Pero entre nosotros no fue necesariamente así.
 -Es que nosotros venimos del tango, la música porteña más arraigada en el corazón de los guitarristas fue siempre la del tango. Sobre todo porque la presencia de este tipo de música era irreemplazable. No pudimos salir de su influencia durante la primera época, estaba presente todo el tiempo en nuestra vida.

 -De acuerdo con esa transición generacional, de qué manera la ve hoy desde el rock.
 -Los instrumentos fueron siempre evolucionando, desde su aparición hasta la masificación. Creo que ahora estamos en esta etapa de masificación, donde prácticamente todo el mundo tuvo que ver en algún momento con una guitarra, de una u otra forma. No era así en nuestra época, cuando tener una guitarra no era una cosa común. Hoy día, una guitarra eléctrica es un instrumento casi cotidiano. El conocimiento e instrucción del que se dispone facilitan mucho el acceso a los primeros pasos, lo cual es bueno, pero hay que invertir tiempo y esfuerzo para poder superar esa primera etapa.

 -No quiero dejar de destacar su papel en la película Los salvajes, de Alejandro Fadel. Entiendo que al director le debe haber influido su música de una manera particular como para convocarlo a la película.
 -Este trabajo que nosotros hacemos a través de la música creo que también es un trabajo de corte social, que tiene mucho que ver con el acompañamiento de las personas a través de la vida. No sólamente desde el carácter de esparcimiento, diversión, sino que también forma parte de la profundidad de las personas. Nuestra música y el personaje que representamos, sobre todo en sus mentes y corazones, nos acompañan a través del tiempo. Muchos se sirven de esa compañía para expresarlo de otras maneras, en otras artes y trabajos.
 

domingo, 8 de febrero de 2015

Adiós al lenguaje (2014, Jean-Luc Godard)


Cuando las imágenes explotan


Dueño de una lírica molesta, que descoloca, la nueva película del autor de Sin aliento desconcierta al referir el final del cine y su necesidad, con imágenes digitales, recuerdos analógicos y la confirmación de que la pureza es imposible.

Por Leandro Arteaga

Tener en pantalla una película de Jean Luc Godard no es algo que suceda a menudo. Que su último y maldito film, Adiós al lenguaje, ocupe la cartelera central de Cine El Cairo es noticia. Sea por el Premio del Jurado en el último Festival de Cannes, sea por el desdén del cineasta hacia este Festival. En última instancia, lo que importa es la película. Y como se trata de Godard, se trata de cine.
Desde dónde abordar Adiós al lenguaje, qué aspectos subrayar, es un desafío que bien vale enfrentar. Sin demasiado preámbulo. Ver cine, parece, se ha vuelto una costumbre narrativa simplista, de sinopsis previas que nada dicen y de supuestos géneros preconcebidos. En este sentido, procurar el encuentro de un hilo narrativo en este film no tiene mayor sentido, o quizás tanto como el que guarda una pista falsa. A partir de allí, será mejor deshacer lo supuesto y ver qué es lo que suponen un hombre, una mujer, un perro.
Tres figuras que confluyen a la vez que se les arroja, metafísicamente, hacia su adentro. Un adentro que es hacia fuera. Así, mejor pasear desnudos, desprovistos de lo inmediato, en diálogos que son monólogos. Es que los encuentros de esta pareja son un secreto, una transgresión. Sus decires explotan en la imagen mientras ésta dispara hacia otras posibilidades. De esta manera, lo que se origina es una convivencia de fragmentos, de momentos suspendidos -de puntos suspensivos- que se saben discursos en trance. Rasgo, por otra parte, inherente a la poética godardiana.
Esta sumatoria de momentos es también esencia fílmica. El cine es montaje, es yuxtaposición de imágenes que provocan otras en el que mira. Todos miran lo mismo pero distinto. En esa situación magnífica el cine se convirtió en arte. Algunas películas lograron alcanzar ese momento sublime; La ventana indiscreta de Alfred Hitchcock, entre ellas. El cine de Godard es puesta en escena de esta misma problemática moral, y Adiós al lenguaje oficia como una línea límite, con el cine y su carga ontológica interrogada a partir de lo que (no se sabe muy bien qué) será. Algo que ya estaba presente en la estética de sus anteriores trabajos, como lo demuestra la precedente Film socialisme (2010).
Ese límite entre lo que ha sido y será, es crisis abierta por el soporte digital. Imágenes fotográficas, ahora, eran las de antes. Adiós al lenguaje tiene momentos donde - habitual en Godard- la imagen guarda otras; en este sentido, el cuadro contiene escenas del cine de Howard Hawks, de Rouben Mamoulian, dentro de esa caja ahora denominada plasma, con tecnología DVD. En todo caso, lo que se aprecia es una calidad que varía, que oscila entre negros que diluyen los rostros de ese Hollywood clásico, de ese siglo que ya se fue, cuya pantalla grande siempre dejó ver la misma película, desde cualquiera de las ubicaciones de la sala. Pero un monitor no guarda precisión si su imagen de píxeles es vista de costado. En todo caso, la manera de mirar imágenes ya no es la misma, aunque de todos modos -parece decir Godard- el desnudo femenino sea el mejor de los efectos especiales (y digitales).
Ahora bien, ¿qué significan determinadas imágenes o situaciones, así como la película toda? ¿Qué importa? En todo caso, lo que sí será relevante es lo que suceda en el lugar mayúsculo de esa experiencia, es decir, en el espectador. ¿Qué le pasa al espectador cuando mira? ¿Cuáles asociaciones extrañas despiertan ante los colores digitalmente saturados, las citas filosóficas y cinematográficas y literarias, la placidez del sueño del perro? Antes que interpretar, será mejor sentir esa desprotección íntima, capaz de hacer del espectador alguien sujeto a un vaivén emocional que le devuelva sensaciones que creía dormidas, desde ese fuero interno donde cada uno se sabe frágil e inmenso.
¿De qué modo plasma Adiós al lenguaje todo esto? Desde la proposición que es sentimiento para esta nota. Nada de imposición lectora, de interpretación irrebatible, de entendimiento predigerido; mejor, que se trate de la celebración que del film cada uno desee. Para arribar a un momento de recogimiento, en donde prime la pregunta por la necesidad de las palabras, de las imágenes. Ese grado cero al que algunas veces el cine se anima. Como en La ventana indiscreta, como en El increíble hombre menguante de Jack Arnold. Hay imágenes que no se pueden lograr, palabras que nunca serán dichas. Desaprender tanto cine como sea posible, en busca de una intuición lejana, casi posible. Ese parece ser uno de los cometidos de Adiós al lenguaje.
Porque la película - entiende este cronista- alcanza este cometido, entonces puede el lenguaje renacer. Y potenciar, vivificar, remozar ese arte, el cine, que es mucho más que lo que en el siglo pasado fue, ahora vuelto lugar que se interroga hacia lo que todavía habrá de ser. Sea tranmediático o digital, el cine continúa como lugar matriz, primero, esencial. Sin reflexión sobre él, ¿qué queda?
Habrá muchas observaciones, objeciones, que hacer sobre la filmografía y genio de Jean-Luc Godard. Pero lo que no puede rebatirse, es que todavía sea lugar de encuentro y desencuentro para lo que el cine es o parece, así como para lo que la crítica de cine es o parece. Hay tanto en los apenas 70 minutos de Adiós al lenguaje, que el mejor síntoma será saberse desconcertado para así buscar amparo en ese mundo inoxidable que el autor ha construido a partir de Sin aliento (1960): autocrítico, mutable, de ironía constante.

Adiós al lenguaje
(Adieu au langage)
Suiza/Francia, 2014
Dirección, guión, montaje: Jean-Luc Godard.
Fotografía: Fabrice Aragno.
Intérpretes: Héloise Godet, Kamel Abdeli, Richard Chevallier, Zoé Bruneau, Christian Gregori, Jessica Erickson.
Duración: 70 minutos.
Sala: El Cairo.
10 (diez) puntos

sábado, 7 de febrero de 2015

Anfi 2015: Leo García: entrevista


Bandas y diálogos musicales


Esta noche, Leo García completa la presencia de algunas de las mejores bandas del pop actual. Entre ellas, la rosarina Indios, nominada a los premios Gardel. Estas formaciones encarnan la renovación que, dice García, necesita el rock.

Por Leandro Arteaga

Es una hermosa propuesta la de esta noche. El año pasado fue oportunidad para el rock, ahora para La venganza del pop, tal el título del espectáculo que a partir de las 21, en el Anfiteatro Humberto de Nito (Parque Urquiza), congregará a algunas de las mejores bandas del panorama actual: Indios (Rosario), Banda de Turistas (CABA), Los Reyes del Falsete (Adrogué), De la Rivera (Villa María). El anfitrión será nada menos que Leo García, entrevistador en escena y vínculo musical afectivo, quien también dará su show respectivo. La entrada es libre y gratuita.
"Siento que es un gran mimo para mí, ya que siempre me sentí en la sombra de toda la movida. Este evento me resulta un lugar privilegiado, entre bandas que ya no son emergentes, sino de la nueva camada del rock y el pop argentinos. Me encanta estar ahí como el artista más grande también en edad", dice entre risas Leo García a Rosario/12.
"Me gusta mucho el lugar que me han dado, porque es de mucha responsabilidad, de mucha hermandad para con los otros artistas. Es la primera vez que se hace un festival en donde todos nos conocemos y no hay ningún sponsor o cosa parecida. En este caso se trata de algo más popular, más cultural, y ése me parece el verdadero propósito de todos los artistas", agrega el músico, de quien se proyectará una serie de películas en donde entrevista a los músicos de cada banda, de manera previa a sus presentaciones. Su parte será el broche final de la noche.

- Tal vez hay un lugar coincidente con tu propia música, atravesada como está de tantas referencias y ritmos...
- Es verdad eso, pero es algo de lo que no me doy cuenta, porque surge naturalmente. Para mí, siempre fueron importantes los artistas argentinos. Lo primero es la música que surge de nuestra tierra, después viene todo lo demás, las bandas de afuera y la cosa mega profesional. Sin lugar a dudas --si bien es un cliché repetido pero hay que repetirlo porque es la verdad-- Rosario es la cuna, es la raíz pop argentina, porque no solamente contiene música sino muchas ramas de lo que es arte popular; estar en un entorno así es maravilloso. En cuanto al diálogo con las bandas, yo voy a ver en vivo a todos los grupos que me gustan. Me parece un modo lógico, no estoy esperando que venga un grupo de afuera para ir a sentir que hay música, esto lo puedo ver cuando quiero, y puedo encontrarme con una novedad. Te digo, siento más excitación y emoción en ver una banda nacional que a una banda de afuera.

- Imagino que los diálogos con los músicos te habrán resultado nada forzados.
-Conmigo se genera una amistad muy rápida, un feedback muy lindo, y eso es algo que me hace muy bien, necesito de ese afecto y lo obtengo. Yo siempre fui así. Recuerdo haber ido a los primeros shows de Babasónicos cuando nadie los conocía, o a los de Suárez o El Otro Yo. Siempre fui detrás de lo que podía ver en vivo, creo que el show en vivo es algo que hace bien, la energía que se está generando en el escenario le llega a uno, y es un efecto renovador para el espíritu, para la cabeza. Creo que ahora hay una movida muy linda, hay bandas que están trabajando con mucha responsabilidad para brindar lo mejor, para poder hacer carrera. Sin lugar a dudas estas bandas que seleccionaron para este festival son de las más destacables.

-Ahí quería llegar, ¿qué podés decir de cada una de ellas?
-Cada una tiene lo suyo, los conozco de cerca, a algunos más que otros, pero sé que todos tienen compromiso profesional. En el caso de Indios, es una banda a la que admiro la decisión de irse del barrio, por más que Rosario sea tan importante siempre hay que venirse para Buenos Aires para imponerse, para decir acá estamos, y también por la capacidad de trabajar, de ser muy insistentes para imponerse en el medio. Pensá que Indios tiene dos canciones que suenan en la radio y mucho, eso no es fácil de lograr, no se logra con dinero. Podés pagar, pero la radio no te va a pasar, tenés que hacer otros méritos, que tienen que ver con el trabajo constante, con la calidad de lo que uno hace, y también con que le guste a la gente, principalmente. Al disco de Indios yo lo comparo con el primer disco de Soda Stéreo o de Virus, son esos discos que quedan, que tienen sello y que son una patada incial para una súper carrera de futuro. En el caso de Banda de Turistas, es una banda que si bien tiene más tiempo, logró imponer un hit el año pasado con Química. Eso no es fácil, son cosas que se dan o no. Que una canción pegue y se pase por todos lados es el resultado de mucho trabajo, de pibes que han tocado en muchos lugares, desde muy chicos. Ellos han hecho su sala de ensayo a pulmón, por ejemplo, laburan mucho para hacer su carrera, y eso está en el resultado. Reyes del Falsete es una banda muy competente, no se quedan, han hecho cosas extraordinarias. Los discos que han sacado son muy buenos, el último tiene una canción hermosísima con Litto Nebbia. Son pibes que tienen mucha información musical, y eso se demuestra en la composición, en el sonido. De la Rivera quizás sea la más nuevita de todas, pero me impacta. Cuando los escuché, escuché el pop que no estaba sonando desde hace un tiempo y resulta curioso que sean parte de esa camada de artistas de Villa María, de Córdoba, un lugar bastante lejos de Capital, que hayan podido salir de ahí y armar carrera paso a paso. Hay mucho talento en lo que hacen, han puesto una canción en una publicidad, son logros y hay que destacarlos, porque son logros a fuerza de trabajo, y no porque alguien los acomodó o porque tuvieron buena suerte.

- El diálogo musical es el que da vitalidad a la música misma, no me resulta raro que todos hayan tenido buena predisposición.
- Es que en la existencia de estas bandas está la posibilidad de las que vienen. Necesitamos un recambio, el rock nacional ha cumplido una etapa, por la que han pasado muchos genios, de mucha grandeza. Han sido muy grandes los próceres de nuestra música, ahora es hora de un recambio que tiene que ser cultural, la cultura es algo que existe para poder despertar a la gente. Y que no sea todo exitismo, porque también se mezcla mucho lo que es música exitosa con buena música y acá estamos hablando de buena música. Estos artistas trabajan lo necesario como para que paso a paso puedan encontrar un lugar dentro del plantel popular, para que la gente pueda escuchar y elegir.

jueves, 5 de febrero de 2015

Misterios de cuarto cerrado (Rodolfo Santullo) (Pictus, 2014)


Puertas cerradas y detectives

Versiones en historieta de cuentos policiales clásicos dan cuerpo a Misterios de cuarto cerrado. Variaciones sobre el crimen tras la puerta. Destaca la participación de Leandro Fernández, dibujante de la ciudad.

Por Leandro Arteaga

La portada invita. Así como en la película de Carlos Hugo Christensen: No abras nunca esa puerta (1952), donde dos relatos de William Irish dan cuerpo a uno de los grandes títulos del cine policial argentino. Pero acá se trata de historietas. Es la imagen de una puerta cerrada, desde el punto de vista de alguien que acerca su mano enguantada al picaporte. Por debajo, asoma un charco de sangre. En verdad, quien se dispone a abrir lo que no debiera es el lector, ante la primera de las páginas de enigmas que propone Misterios de cuarto cerrado, editado por Pictus.
El responsable de esta puerta de muerte es Leandro Fernández, oriundo de Casilda, discípulo de Marcelo Frusín y Eduardo Risso, otros de los grandes dibujantes que ha dado la historieta de la ciudad. El libro habilita al lector a conocer un poco más a este artista de ritmo sostenido, responsable de numerosas páginas para sellos como Marvel y DC.
Misterios de cuarto cerrado tiene eje en los guiones del uruguayo Rodolfo Santullo, quien se ocupa aquí de versionar relatos clásicos de la literatura policial para un plantel gráfico notable. El mismo escritor se ocupa de interiorizar acerca de la organización de la obra, mientras apunta desde el prólogo que es con "Los crímenes de la calle Morgue", dibujado por Fernández, donde encontró el "faro que guionista y dibujantes usamos para llegar a buen puerto".
Constituye un reconocimiento de filiación situar dos cuentos de Edgar Allan Poe como principio y final del libro. En el primer caso, "La carta robada", con dibujos de Oscar Capristo. París, 1844, noche de luna, carruaje y empedrado. El clima de lectura viene de la mano. Ahora bien, quien haya leído cualquiera de estos cuentos, mal hará en adelantar las resoluciones, mejor será entrometerse en la mirada gráfica desde la cual son recreados. De este modo, Capristo realiza una puesta al día de acción y vértigo allí donde parecía todo quieto, a la espera de la mirada atenta que descubra lo que está a la vista. Para despedirse con una página final hermosa, en donde un cuervo aletea y divide viñetas.
En "Los crímenes de la calle Morgue", con dibujos de Fernández, es el propio Poe el protagonista de la historia, con su rostro cansado, de muerte escrita. El vestuario, la ciudad, las habitaciones, provocan un ánimo lúgubre, sobre una razón que busca una luz mientras el sinsentido amenaza. El mono asesino es sabido, pero la manera desde la cual se arriba a su aparición y conclusión logra una resolución de impacto; antes, es el fuera de campo el que predomina, lo no visto, lo que se completa en el deseo, en el miedo de cada uno.
La presencia de Arthur Conan Doyle destila en los lápices de Lisandro Estherren, quien ya colaborara con Santullo en Etchenike (Pictus). En "El jorobado" sobresale el grafito, casi sin intervención de la tinta. Lo que aporta una sordidez rara, que atraviesa de brumas al personaje maltrecho tanto como al mismo Sherlock Holmes. Los dos, en suma, protagonistas de un ámbito victoriano, de moral a la fuerza, con la razón como ejercicio rector mientras el misterio contradice. En "La banda de lunares", el dibujo de Juan Manuel Tumburús agrega una dinámica diferente, con un Holmes más jovial. Es notable cómo el mismo personaje puede tener caracterizaciones diferentes, sin olvidar aspectos esenciales como su intrepidez.
Hay lugar también para Wilkie Collins con "Una cama terriblemente extraña", a partir de los dibujos de Juan Ferreyra: un hombre muere por asfixia en su habitación, herméticamente cerrada. La policía desespera y pide ayuda al detective Faulkner. El rostro de la muerte es espantoso. Y Faulkner, por interés a la verdad, tendrá que vivir en carne propia la misma experiencia.
La sensibilidad de G. K. Chesterton acompaña los trazos de Kwaichang Kráneo en "El hombre invisible", y de Matías Bergara en "La forma equívoca". En el primero, el padre Brown reviste una fisonomía bonachona, casi de caricatura, mientras esconde una sagacidad rápida. En el segundo, Bergara inunda de sombras y blancos al sacerdote, dualidad intrínseca que guardan el cielo o el infierno. Planos detalle, texturas, rostros fragmentados, angulaciones variadas, para uno de los mejores relatos del libro.
Y por último, un espacio merecido para el escritor norteamericano Jacques Futrelle, cuyo Profesor Augustus S. F. X. Van Dusen aparece aquí por cortesía de Roberto Viacava en "El problema de la celda 13". El desafío de Van Dusen - "un hombre inteligente podría escapar de cualquier prisión"- es excusa para un relato sin fisura, con el Profesor encarcelado y el lector ensimismado en sus ocurrencias.

Los crímenes de la calle Morgue, por Leandro Fernández
Entre los nombre ilustres de las historietas policíacas, un listado incluiría a Dick Tracy, el Agente Secreto X9, Batman y Tintín. Pero a nivel local hay ejemplos ilustres. Entre ellos, las aventuras de Vito Nervio, a partir de 1945 en revista Patoruzito, con guiones de Domingo Repetto y dibujos de Emilio Cortinas. Luego lo continuarían Leonardo Wadel y Alberto Breccia. Otros referentes tempranos son Mark Cabot (Alberto Ongaro y Carlos Vogt), en Rayo Rojo de editorial Abril, y Cayena (Héctor G. Oesterheld y Daniel Haupt), en Hora Cero semanal. Con un prisma moderno, los guiones de Eugenio Zappietro dan luz al teniente Zero Galván en Precinto 56, aparecida en Misterix con dibujos de José Muñoz, luego devenida serie de culto en Skorpio, con arte de Lito Fernández. A la vez, quien hace de las suyas para sobrevivir es Savarese, el inmigrante italiano que será agente del FBI, otra historieta de culto que Robin Wood y Domingo Mandrafina realizaran para la D’Artagnan de Editorial Columba. Es también Mandrafina quien ilustrará los guiones de Guillermo Saccomanno para El condenado, otra serie magnífica de Skorpio.
Un ejemplo contundente lo supone Alack Sinner, la obra maestra de Carlos Sampayo y José Muñoz, en donde un manto negro bañará para siempre el ánimo de cualquiera de sus lectores. La lista no debe descuidar a Evaristo, la versión en cuadritos que Sampayo y Francisco Solano López realizaran del verdadero comisario Evaristo Meneses, publicada en Fierro. Con Perramus, Juan Sasturain y Alberto Breccia habrán de lograr un clima sórdido, ambientado en la última dictadura argentina, en donde la habilidad de Breccia hace de cada página una experiencia indecible, al trasladar en ellas una angustia tan reciente como presente. Desde una mirada parecida, Carlos Trillo ha estampado su genio en Sarna, el policía desagradable –de pasado sin condena- que dibujara Juan Sáenz Valiente.
Con Inspector Bull, Carlos Albiac y Horacio Lalia recrearon una Londres victoriana de nieblas y misterios. Lalia, justamente, es uno de los nombres dentro del mundo del cómic asociados a Edgar Allan Poe y Howard Phillips Lovecraft. Alberto Breccia también los versionó. Vale destacar que muchas de estas historietas, con buenas ediciones locales, todavía se consiguen. Así como las infaltables bravuconadas de Boogie, el Aceitoso, de Roberto Fontanarrosa, en plenitud de gestos cómplices hacia los lugares comunes y (no sólo) norteamericanos de esta narrativa incansable.
En este recorrido, la vuelta sobre los nombres de Rodolfo Santullo y Leandro Fernández la permite Far South, editado por Puro Comic: un submundo noir criollo, de encanto prostibulario, matón, corrupto, localizado en un “sur lejano”, casi mítico, que es cruce entre el campo y la ciudad.

Sergio Mazza (El gurí): entrevista


De las calles de Victoria a Berlín


La localidad entrerriana fue escenario para El gurí, seleccionada para el Festival de Berlín. La historia de un niño solo, con raíces emocionales en la vida del director. Federico Luppi y Daniel Aráoz componen parte del reparto.

Por Leandro Arteaga

“No se trata de una comedia familiar ni de una película para niños, es sobre un pibe al que se le está muriendo la madre y tiene que resolver por él y por su hermana cómo seguir con su vida. Es un nene que se está cargando una temática dura sobre su espalda”, aclara Sergio Mazza sobre El gurí, largometraje rodado en la localidad de Victoria, con la noticia feliz de ser seleccionado en la sección "Generation+14" de la Berlinale, a celebrarse entre el 5 y el 17 de febrero próximo.
“Mis películas son un vergel de razas”, dice entre risas el director de El Amarillo y Gallero, “viene gente de Catamarca, La Plata, Buenos Aires, Entre Ríos, y ésta particularmente tuvo a muchos rosarinos. Todos ponen mucho esfuerzo en hacer la película, y cuando se va terminando uno se pregunta qué se hizo con tanto sacrificio. Poder decirles que entramos en Berlín, es una cosa que te devuelve el alma al cuerpo”.
Sobre la noticia –que suma a la creciente participación internacional de su cine, con presencia en los festivales de Venecia, Locarno, Karlovy Vary, Toulouse, Bafici, Mar del Plata, entre otros– Mazza prefiere manifestarse cauto, y señalar que “es lindo que la película guste y se vea en un mercado tan grande, obviamente no pasa siempre, y a veces te ponés más contento de lo que debés. También hice películas que me parecieron increíbles y después no funcionaron. Claro que uno está siempre buscando el reconocimiento, que la película funcione. Lo que te podría decir es algo de Spinetta: decía que intentaba no ponerse demasiado contento cuando le iba demasiado bien ya que, por consecuencia, tendría que ponerse demasiado triste cuando le iba mal. Hay que surfear todas esas emociones y estar en el medio de ellas. Obviamente, cuando no te pasa esto intentás no ponerte muy triste, pero cuando pasa tampoco te querés sobredimensionar de alegría y festejo.”
El gurí cuenta con las participaciones de Federico Luppi, Daniel Aráoz, Sofía Gala y Maximiliano García, oriundo de Victoria, en el papel del chico protagonista. La elección de Victoria como locación va acompañada de la decisión del director bonaerense de establecer su productora en esta ciudad. Por un lado las razones del guión, pero “también por los hijos”, subraya. “Vivíamos en Buenos Aires, la productora estaba en una casa que alquilábamos en un barrio, el departamento en otro barrio, los tiempos de distancia eran enormes. Pensaba en la calidad del tiempo de mis hijos, en ese departamento mirando tele. Entre Ríos es para mí un lugar de pertenencia que tengo desde siempre, así que un día me subí al auto y me fui. También elegí Victoria porque necesitaba poder ir y volver en el día del Incaa, me quedaba cerca”. Y agrega: “Es muy difícil llegar a los cuarenta años filmando. Entre que empecé a hacer cine tuve dos hijos, mantengo a mi abuela, hay todo un cúmulo de sentimientos, pasan un montón de cosas en ese riesgo de que la obra deje de ser reconocida, que no funcione, y que deje de ser financiable.”
Mazza es alguien que ha filmado en muchos lugares. Él mismo lo expone: “Catamarca, Córdoba, el gran Buenos Aires, en Entre Ríos dos veces, y en París”. Hay también anécdotas que, por sí solas, imponen diferencias. En relación con El gurí, comenta: “Filmar en localidades del interior es muy particular, con posibilidades artísticas específicas. En un momento no sabíamos dónde habíamos dejado la cámara, y había quedado en un trípode puesto en la plaza. Eso te grafica la energía, porque acá realmente te ponés a atender a la película, estábamos muy concentrados. 

-En entrevistas señalaste el vínculo entre el argumento de El gurí y tu vida personal. ¿Cómo viviste este proceso?
-Con mucha memoria emotiva. Tuve la enfermedad de cáncer de mi viejo cuando yo era muy chico. Cuando entró en el hospital ya no lo pude ver más, si bien sabía que estaba vivo en algún lugar. Hasta que me enteré de que murió. En el medio de eso tuve una cantidad de sensaciones y reflexiones que me fueron atravesando, que me permitieran entender y conocer el mundo adulto. Son esas sensaciones las que busqué en la película. Los adultos hablan de cosas sobre las que vos no sabés si las sabés, sino que vas tomando conciencia de a poco. La puesta de cámara que hice en el caso de los adultos es de 1,70 metros, y para el nene de 1,10 metros. Trabajamos la información de esta manera, en un caso había un entendimiento y en el otro había otro, que es un poco lo que yo sentía sobre mi viejo, cuando giraba la cabeza para ver si escuchaba algo pero no terminaba de entender todo. Uno piensa en los viejos todos los días de su vida, es increíble, es algo que te queda marcado en la piel siempre, para toda la vida. Sigo pensando en mi viejo y por eso hice esta película. Ahora que tengo hijos estoy completamente convencido de que van a pensar en mí durante toda su vida.

Hombres de ideas avanzadas (Diego Fidalgo, 2011)


Anarquismo que vence al olvido

Con Hombres de ideas avanzadas, el realizador rosarino Diego Fidalgo explora la figura del anarquista fusilado en 1930. El rescate del libro de Aldo Oliva, en un trabajo que es puesta en escena sobre la memoria. Disponible para su visionado on-line.

Por Leandro Arteaga

La cartelera digital de Cine El Cairo (http://www.elcairocinepublico.gob.ar/) aumenta sus títulos disponibles con dos trabajos locales: Alexander Panizza. Sólo Piano (2012), de Pablo Romano, y Hombres de ideas avanzadas (2011), de Diego Fidalgo.
Vale destacar la posibilidad de acceso libre del sitio, para ver tanto éstas como cualquiera de las películas allí alojadas. En lo que refiere a los títulos señalados, Alexander Panizza. Sólo Piano es un trabajo meticuloso con su personaje, atento a la complejidad misma supuesta por la música y personalidad de Panizza. La cámara de Romano asiste paciente al momento donde la música sucede. Todo gira en torno a ella. Por este trabajo, Romano obtuvo el Premio a la Mejor Realización Rosarina en el Festival Latinoamericano de Video y Artes Audiovisuales Rosario 2012.
El largometraje de Fidalgo, en tanto, articula un relato que tiene eje en el libro El fusilamiento de Penina, de Aldo Oliva, editado por la Biblioteca Vigil, de edición quemada por la última dictadura militar. A partir de allí, el hallazgo de un ejemplar sobreviviente que recibe Antonio Oliva, hijo del poeta, que le lleva a desandar el camino del protagonista hacia su tierra de origen, en un periplo que le hará conocer Barcelona y Gironella, junto a la reedición bilingüe (catalán y español) del libro.
Joaquín Penina, anarquista catalán, fue fusilado en Rosario en 1930, y se le considera una figura emblemática. Pareciera que con la aparición del libro escondido, la memoria también surge infatigable. Esto como lugar de encuentro narrador para Hombres de ideas avanzadas. Porque la película de Fidalgo es sobre Penina, es sobre el libro, es sobre la memoria generacional, es sobre las vínculos internacionales de ideas. Algo, más bien mucho, de todo ello subyace durante los noventa minutos, mientras el realizador pareciera dejarse llevar intuitivamente.
Esta intuición no es azarosa, sino manera primera de encuentro con el material a filmar. Luego, el montaje organiza y da sentido. Por eso, Fidalgo ensaya cruces entre documental y ficción al recrear situaciones, diálogos, caminatas y visitas domiciliarias. Hay un poco de perspicacia periodística en el papel que Antonio Oliva desempeña, primero como personaje del director, después con una autonomía que crece en confianza.
Esta forma narrativa será reiterada y pulida por Fidalgo en otras realizaciones. Entre ellas, destaca la reciente El origen del pudor (2014), en donde es el mismo director quien enhebra el relato de Alberto Chaume, pornógrafo y abogado de Rosario. Si aquí son las fotografías encontradas, casuales, las que disparan el interés por la película, en Hombres de ideas avanzadas es el libro el que oficia como móvil primero. Como si la posibilidad de filmar tenga que ver con la atención hacia lo que está pasando. Si esto sucede, entonces dejarse llevar también por una misma logística: que sea el devenir el encargado de modelar la película. Así, el director es un personaje (involucrado) más.
En este recorrido, Joaquín Penina y Aldo Oliva son apenas dos de los muchos hombres con ideas avanzadas. Carlos Solero y Osvaldo Bayer, Ricardo Falcón y Rafael Ielpi, entre varios más, destilan saber, ejercicio del recuerdo y su puesta en acto. Lo que se sabe es momento presente, siempre. La cámara de Fidalgo les da voz mientras hilvana el camino de este anarquista que es síntoma de una ciudad y su país, de una época y su porvenir, junto con la sombra ominosa que deja detrás suyo, con los fascismos europeos a la conquista del poder.
Permanecen en la película los ecos de quienes algo vieron y quisieron decir. Como el vecino de barrio Saladillo, quien a pie y con sus muchos años a cuestas, visitó a Ielpi con el fin de contar su testimonio del fusilamiento, ocurrido en las barrancas aledañas al puente del lugar, hoy desaparecido. O los familiares españoles de los Penina, visitados y consultados para dar un testimonio que, en última instancia, persista en ese recuerdo que, por ser memoria, tiene siempre la astucia suficiente como para filtrarse y hacerse presente.
En esto tiene mucho que ver esa tarea de paradigma que significa la Biblioteca Vigil, cuya propuesta editorial marcara un eslabón clave en su tarea social. El papel es duro de quemar, los libros son, por eso, todavía peligrosos. El fuego, de manera tribal, exento de significados políticos o religiosos, ocupa el final de la película como celebración grupal, barrial, humana, allí mismo donde fusilaran a quien sabía porque pensaba, porque hacía.