domingo, 24 de agosto de 2014

Cándido + J.J. Rovella: entrevista


Lejano Oeste y secretos de tumba

El rescate de la historieta Cándido ofrece la posibilidad de leer un western angustiante, de hondura y talento. Dibujado por Javier Rovella, ha sido editado por el sello rosarino Rabdomantes.

Por Leandro Arteaga

Las historietas están circulando otra vez. La edición última de Crack Bang Boom permite entrever el asunto a partir de la cada vez más numerosa presentación de libros; la mayoría repartidos entre sellos editores de origen independiente, con una trayectoria que suma años y un catálogo que crece. Entre la miríada de títulos, hay uno que sobresale, por brillantez y el criterio de rescate editor. Se trata de Cándido, un western oscuro que el dibujante bonaerense Javier J. Rovella (Ferreópolis, Nico & Miko, Dante Elefante) realizara en las páginas de la hoy mítica Catzole, fanzine que le reuniera en sus filas junto a Salvador Sanz, Julio Azamor y Alberto Aprea.
“Fue una sorpresa cuando me propusieron reeditar Cándido, algo que me llenó de alegría, porque es un material que estaba perdido en el tiempo, inconseguible, al que le tengo un cariño enorme” dice el dibujante a Rosario/12, ante la tarea realizada por el sello rosarino Rabdomantes Ediciones, propiedad de César Libardi. “Así que me puse a retocar las páginas y hacer cosas nuevas, le agregué un prólogo y un epílogo.” En cuanto a la trayectoria de Catzole, Rovella agrega: “La mayoría de los colegas de aquella época ahora está trabajando en la (revista) Fierro, en cine o en animación. En Catzole fuimos aprendiendo sobre la marcha lo que era editar, hacer historieta, cómo contar en cuadritos; ahí nacieron varios personajes, entre ellos Cándido. Fueron tres capítulos, a lo largo de año y medio [entre los números 12, 13 y 14, de 1998 y 1999].”
La historieta recuperada no es un western cualquiera, sino un mundo con eje en ese no-personaje que Cándido es: afectado por episodios de su infancia, sin armas que le acompañen, mudo. Todos dicen de él, mientras el lector accede a flashbacks como chispazos. Cándido puede estar traumado, pero el entorno no está menos alocado. Como señala el dibujante Salvador Sanz en su prefacio, Cándido es “un western muy oscuro, más cerca del policial negro, el thriller y lo sobrenatural que de las películas de John Wayne”. El blanco y negro trama un mundo de angustia desde la línea leve de Rovella, suma trazos y oscurece a la vez que alumbra –entre negros plenos– rostros fanáticos, codiciosos, de muerte.
Con la reedición de Cándido pareciera cerrarse un círculo, en tanto síntesis de la denominada “primavera de los fanzines”, capítulo refundante para la historieta argentina durante los ’90. Allí fue cuando los artistas devinieron editores de sí mismos, para mantener viva una tradición que el cierre de los sellos editores de peso parecía concluir. “Durante la etapa de los ‘90 hicimos amigos, aprendimos y generamos mucho. Éste sería el segundo libro mío con material editado de la época de Catzole; el primero fue El oficial Yuta (Domus). Pero Cándido es más larga y compleja en cuanto a guión, con una historia que se va entretejiendo y que ahora puedo cerrar gracias a la oportunidad de la editorial.”
Javier Rovella tiene el mérito de haber trabajado en el mercado franco-belga, exquisito en su selección, al haber participado en las páginas de la legendaria revista Spirou. Allí tuvo asidero Dante Elefante o, tal su traducción, Jean L'éléphant. “Comenzó en una web (http://imaginaria.com.ar/), con una historia que no necesitaba de un elefante, pero yo estaba obsesionado con hacerlo. A su vez, estaba presentando material en Francia desde hacía más de un año, y les mostré tres historietas de Dante Elefante que les encantó. Pero quisieron diez y me preguntaron si las tenía, les dije ¡sí, claro que sí! (risas). Ahí me puse a trabajar en el personaje, y se publicó en Spirou, la misma revista donde aparecieran un montón de personajes de la historieta franco-belga como Astérix, Lucky Luke, Los Pitufos. Lo publiqué durante casi dos años, y después se recopiló acá en un tomo (Domus). Ahora tomó la posta Ediciones de la Flor, donde ya van dos libros, y el año que viene sale el tercero. Además, semanalmente lo publico en Billiken.”

-¿Hubo algo particular en tu orientación hacia la “línea clara”?
-Sí, no fue una casualidad caer en esa revista. Soy lector de esas historietas, me encantan. De chico, cuando las conseguía, leía Spirou Ardilla, Fuera Borda, Yo-Yo, todas revistas españolas, con historietas franco-belgas. Las conseguía en canjes, eran difíciles. Ese tipo de historieta me gusta mucho, hasta el día de hoy. Claro que leo un montón de cosas, un abanico, desde historietas más adultas a éstas, que son para todo público y no sólo para chicos, sino para todo aquél al que le guste la historieta. ¡En Spirou insistí hasta que les gané por cansancio! (risas).

-¿Qué estás haciendo ahora?
-Estoy haciendo Zebita, una tira para el diario Muy. También mucha animación, storyboard. Hay varios proyectos de historieta, pero dependen de los tiempos. Las tiras dan bastante trabajo, además soy docente de Bellas Artes y doy clase para chicos. Este año salió Gastronomágico por (editorial) Pictus, encarado para el público infantil que todavía no sabe leer, con pocos cuadros por página, mudo, dentro de una colección con distintos autores. 


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