sábado, 13 de julio de 2013

Pies en la tierra (2012): entrevista con Pedernera y Cataldi


La película como granito de arena

Premiada en el Festival de Mar del Plata, Pies en la tierra –ópera prima de Mario Pedernera- se estrenó en Cine El Cairo con las presencias del realizador y su primer actor, Francisco Cataldi.


Por Leandro Arteaga

“Estoy muy contento con haber podido lograr mi primera película. Espero que deje su pequeño sello, que aporte su granito de arena a ciertas cuestiones que son importantes en algunos momentos de la vida, como lo son las cosas simples” explica Mario Pedernera a Rosario/12 sobre Pies en la tierra, estreno en El Cairo Cine Público (Santa Fe 1120), y agrega: “la idea era transmitir un mensaje sincero, sencillo, humilde”.
Es rápida la conexión que la ópera prima de Pedernera establece con el espectador. El escenario es Entre Ríos, a través del viaje que –en silla de ruedas- lleva adelante Juan (Francisco Cataldi), desde su casita de pescador en una isla del Delta hasta Villa Luna. En el recorrido, Juan conocerá gente variable pero signada por una misma atención solidaria. Pies en la tierra se sitúa, de esta manera, entre Una historia sencilla de David Lynch y la afabilidad de personajes del cine de Carlos Sorín.
“Fue difícil, porque si bien la película es entrerriana, yo soy cordobés y vivo en Buenos Aires”, continúa Pedernera. “No quería ser un externo a la provincia, sino que quería contar una historia desde Entre Ríos hacia fuera. La idea era primero generar empatía con la gente, familiarizarse con su folklore. Después se hizo un casting muy grande, donde buscamos justamente el tono entrerriano de la gente común, sencilla, que tuviera esa chispita que sale de una manera espontánea.”
Entre los actores y actrices no profesionales para los personajes de Pies en la tierra destacan dos excepciones. Una de ellas es Carlos Belloso (como un impagable cantor de kermés), la otra y principal es Francisco Cataldi, cuya caracterización le valiera el galardón a la mejor interpretación en el Festival de Cine de Mar del Plata. El director señala que “el trabajo de Francisco fue fenomenal, y eso no es gratuito, le costó mucho trabajo. Tuvo que interiorizarse con la gente, estuvo casi tres meses viviendo con pescadores artesanales de Gualeguaychú. Se generó entre todos un profesionalismo que, de todos modos, no funciona si no se termina de captar lo común de la gente. Lo que a la gente le parecía irrelevante, yo lo anotaba, lo registraba, porque era eso lo que quería tener en la película, y creo que por momentos es eso lo que se ve”.
Cataldi lleva adelante un papel que no es necesariamente entrador, sino antes bien distante, con los demás y con el espectador mismo. “Es que en un inicio el personaje no es querible, tiene su mundo. Los demás están siempre ayudándolo, dándole una mano, pero él sin embargo se muestra medio hosco, muy retraído, tiene mucha culpa y de golpe se le presenta la oportunidad del viaje. Por eso sale en su silla de ruedas, porque tiene la oportunidad de redimirse, de encontrar lo que le falta”, apunta el actor.
En este recorrido, el Juan de Cataldi comulga progresivamente con quienes le rodean, desde una familiaridad que –excepción hecha en Sorín- es difícil de encontrar en el cine. “Uno como actor tiene que estar dispuesto a tener la guardia baja, a abrirse a una historia, para que esa historia entre en uno. Tiene que abrirse al personaje, a los colegas y a la misma geografía, a los silencios que proponen la historia y el personaje. Tuve muchísima suerte de trabajar con gente que si bien no tenía la experiencia de haber hecho cine o trabajos profesionales, sin embargo tenían una humanidad importante, muy a flor de piel, que era lo que esta historia necesitaba. Tuve que estar a la altura de esas humanidades y la hemos pasado muy bien. Es lo que se ve en la pantalla, la gente va a poder ver a personas muy generosas, muy brindadas, solidarias, que no suelen ser las protagonistas de muchas historias.”
La inmovilidad de las piernas de Juan también sucede en sus gestos, su mímica, su boca adusta. Prosigue Cataldi: “Cada actor tiene su librito. Cuando uno aprende en la escuela una técnica para actuar, después la tenés que olvidar y meter tus propias herramientas, como cuando aprendés a hacer equilibrio con la bici, te tenés que olvidar de eso o te caés. De tanto leer una historia, la historia misma te va invadiendo, se va metiendo en tu propio espíritu. Notaba que en el texto yo no hablaba mucho, tenía que hacerlo con los ojos y con los silencios. Hasta me cambió el tono de voz, se me hizo más grave, algo que no busqué. Y que debe tener que ver con procesos más bien inconscientes. Si vos te pasás mucho tiempo arriba de esa silla de ruedas, vas a empezar a acomodarte, un hombro se te va a empezar a subir un poquito más sin querer queriendo, de golpe la mirada se te va a quedar en algún punto del horizonte, vas a empezar a ver cómo vuelan los pájaros, vas a estar más atento a todo. Y como el personaje está dolido, las mismas sensaciones de bronca o de dolor te van cambiando las facciones. La cara de uno es una suerte de máscara. Yo no estuve diez años en la silla, pero tuve que hacer un mismo recorrido mental.”
Pies en la tierra se puede ver hoy a las 21.30 y mañana a las 20 en El Cairo.

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