miércoles, 22 de mayo de 2013

Pensé que iba a haber fiesta (2013, Victoria Galardi)


Cuando el agua se pone turbia


Por Leandro Arteaga
Rosario/12 (20/05/2013)

La nueva película de la realizadora argentina Victoria Galardi (Cerro Bayo, Amorosa Soledad) encuentra su núcleo en la tríada compuesta entre dos amigas y el ex-marido de una de ellas (devenido amante de la otra). Así señalado poco –más bien, nada- se dice respecto de las maneras con las que la cineasta plantea el conflicto, lo indaga, e intenta concluir. Conclusión, en todo caso, que poco importará en tanto punto final, sino mejor como situación de desenlace argumental, que postulará puntos suspensivos y no últimos.
Esto puede también analizarse desde la evidente puesta en escena meticulosa que el film expone, con un guión atento a todas y cada una de las réplicas que los personajes profieren, en donde no será tan sustancial lo que se dice como lo que, justamente, se esconde o elude. También acerca de cómo se relacionan diferentes diálogos gracias al montaje, que los retroalimenta, vuelve ambiguos, o mejor aún, procura sean completados desde la tarea del espectador.
En este sentido, podría citarse tanto la elección suspendida que entre los dos jardineros (uno siempre ausente) habrá de hacer Lucía (Valeria Bertuccelli), aquejada al descubrir el “engaño” entre su ex y Ana (Fernán Mirás y Elena Anaya), o el saludable juego de McGuffin que supone la dialéctica oficiada por el agua limpia y sucia de la piscina: entre hojas, bichero, y filtro de agua descompuesto.
Por eso, todos los elementos que aparecen en Pensé que iba a haber fiesta dicen desde lo que se alude, pero apenas. Así, de hecho, es el inicio mismo del film: Lucía y Ana se dirigen en automóvil a la casa de la primera, quien se va de vacaciones por unos días. Allí irá Ricardo (Mirás) a buscar a su hija. Pero para entender o saber todo esto, habrá que dejarse llevar por la andadura misma del film, de sus diálogos, de las relaciones que comienzan a esclarecerse, así como de las locaciones que la película transita, cuya orientación espacial y geográfica se intuye primero, y se sabe después.
El trabajo de guión, por eso, aparece como una herramienta evidentemente precisa en el diseño de la película. En este sentido, se celebran los “espacios en blanco” que aparecen, que obligan al espectador a participar. El momento mayor, puntual, será allí cuando las distintas problemáticas coincidan en una, o casi, durante la fiesta de fin de año. El nerviosismo juega un papel que se dimensiona más cuando los diálogos comunes, torpes, interesados, quieren tener relevancia. Hasta llegar al momento cúlmine que significa una resolución aparente, mientras Ana y Ricardo se van, se escapan de la fiesta. El silencio se prolonga y hace, tal vez, que lo que de allí en más suceda se vuelva demasiado retórico. Como si la última secuencia de Pensé que iba a haber fiesta no tuviese –tal vez- razón de ser.

Pensé que iba a haber fiesta
Argentina-España, 2013. Dirección y guión: Victoria Galardi. Fotografía: Julián Ledesma. Música: Niño Josele. Montaje: Alejandro Brodershon. Reparto: Elena Anaya, Valeria Bertucelli, Fernán Mirás, Esteban Bigliardi, Esteban Lamothe, Abigail Cohen. Duración: 84 minutos.
Salas: Monumental, Cines del Centro, Showcase, Sunstar, Village.
7 (siete) puntos
 

No hay comentarios: