viernes, 24 de junio de 2011

Florencia Castagnani: La infinita distancia + entrevista


La enorme distancia que guarda la cercanía


Premiada por el Programa Estímulo del Ministerio de Innovación, La infinita distancia se estrena en El Cairo. “Un rodaje es como un mundo” dice su directora, Florencia Castagnani, bajo el amparo espiritual de Roberto Rossellini.


Por Leandro Arteaga

La infinita distancia se estrena hoy (jueves) a las 20.30 en el Espacio Santafesino de Cine El Cairo y su realizadora, Florencia Castagnani, no duda en vincular la noción de viaje –presente en su última película- con la que circunda a la misma experiencia de la realización cinematográfica. “Es que durante un rodaje también ocurren momentos muy intensos, donde uno comparte y produce un montón de cosas con otra gente” comenta a Rosario/12.

-Si tuvieses que pensar en algún título o realizador con los que puedas relacionar tu película, ¿qué te viene a la cabeza?

-No sé si tiene una relación directa, pero la película en la que he pensado muchas veces mientra hacía la mía es Viaje en Italia, de Roberto Rossellini; no porque haya sido una influencia, pero tiene algo que hace que la relacione, y también porque es una película que me encanta.

-¿De qué manera fuiste desarrollando tu película y cuánto tiempo te llevó?

-Comenzó desde una idea muy vaga, donde la mayor parte del tiempo estuvo dedicada a la escritura del guión, así como paralelamente a la búsqueda de financiación. Cuando el guión estuvo listo ganamos el Premio Estímulo de la Provincia y pudimos realizar un teaser. Inmediatamente obtuvimos un aporte del Incaa que también ayudó mucho. En total, fueron alrededor de cuatro años de trabajo. A partir del acuerdo con el Espacio Santafesino, la vamos a estrenar en El Cairo, lo que me pone muy contenta.

-Recuerdo uno de tus trabajos previos, en un Festival Latinoamericano de Video: La íntima distancia. ¿Tienen relación?

-En verdad son tres trabajos, que algo tienen que ver entre sí como también no. Hice un cortometraje -La mínima distancia- y un mediometraje -La íntima distancia-. Es a partir del trabajo que voy desarrollando que surge la idea de completar una especie de trilogía o de cerrar algo que tenía que ver con las dos películas, si bien cada una tiene una trama independiente, con personajes diferentes, pero se me fueron disparando distintas cosas con cada una. Lo que aparece en común es la distancia como tema, como un modo de vincularse que los personajes encuentran en cada historia. Un modo que, más bien, nunca llega a concretarse de todo.

-Sobre La íntima distancia, Emilio Bellon –Jurado en aquel Festival- supo destacar el particular tratamiento del tiempo, coherente con una cercanía o lejanía que se volvían ambiguas.

-Sí, es exactamente así. Lo mismo sucede en La infinita distancia, donde los personajes están completamente separados como alejados, aún cuando puedan estar en la misma habitación. En La mínima distancia los personajes estaban cerca, pero era una distancia que no podía superarse, y en La íntima distancia, por íntima era intransferible. Los títulos también juegan con esta ambigüedad.

-¿Cómo podés describir el argumento de tu última película?

-Es una película que tiene que ver con los devaneos de una pareja en un determinado tiempo, en el que las cosas no están de la mejor manera; tiene que ver con los encuentros y desencuentros, con las huidas de cada uno para lados diferentes, en busca de distintas cosas; una historia “como de amor”, sobre el vínculo amoroso –y un poco corroído- entre dos personas. Los intérpretes son Edgardo Castro, Miguel Franchi y Anne Devall; ella no es actriz, pero coincidió con el tipo de personaje que buscaba, que era extranjero. Pensé que a Anne le podía estar sucediendo una experiencia similar a la del personaje de la película, y que de allí podría salir algo que resultara.

-¿Cómo fueron tus principales sensaciones a lo largo del proyecto, hasta llegar a su finalización?

-Fueron una mezcla. Un rodaje es como un mundo, a veces unos días me sentía súper conforme, había cosas que me encantaban, otro día sentía que había estado más o menos bien, y otros días me parecía que no, que podría haber hecho una cosa completamente distinta. En realidad todo proceso es así, no hay una línea que sea de la misma manera, sino que uno se va sintiendo distinto y en función de los días. En general estuve siempre contenta y me gustaba lo que iba ocurriendo, pero dentro de eso estaban también las variaciones.

-Y ahora es el momento del contacto con el público.

-Es la parte importante. Cuando llega el momento uno se da cuenta de que hacen falta más vías, circuitos y maneras, para mostrar una película, para distribuirla, proyectarla, para que llegue al público. Me parece completamente valioso el Programa Estímulo y su aporte para que la película llegue a su público así como para que el público encuentre a la película.

-Y que diga qué le parece.

-Sí, cuando uno está haciendo durante tanto tiempo una película, se llega a una altura en que ya no podés pensar cosas nuevas, porque estás completamente enfrascada. Estoy con muchas ganas de que la película se vea para observar cómo la ve otra gente, qué pasa, qué sienten, qué les parece. En este punto, ya se trata de una necesidad que es tanto mía como de la película.

En Rosario/12 (23/06/2011)

miércoles, 22 de junio de 2011

Chucho Valdés: Parque de España (19/06/2011)


Planeta Afrocuba


Chucho Valdés & The Afrocuban Messengers visitaron por primera la ciudad. El pianista cubano, ganador de siete Grammys, dio ritmo y vida a la noche de Rosario.

Por Leandro Arteaga

Como si hubiese descendido una nave de sonidos al escenario del Teatro Príncipe de Asturias, la noche del domingo pasado. Un comienzo al piano, breve y justo prólogo para la explosión sonora que sigue. Saxo, trompeta, bajo, batá y mucha percusión. Un despertar rápido, rítmico, para los espectadores de butacas imposiblemente quietas. Tanta es la fuerza que despiden estos mensajeros, venidos de un planeta de ritmos ancestrales –o de vanguardia- de nombre AfroCuba.
Chucho Valdés coordina como un prestidigitador a sus Afrocuban Messengers. Sus manos, sus dedos, bailan el teclado, rápida y violentamente, suave y melancólicamente. Así de ecléctico es el ir y venir que convive en cada una de sus propuestas, con el brillo necesario para el lucimiento de cada músico, con la sintonía imprescindible entre las partes. La coordinación entre el grupo es plena, muy bella.
Lo hermoso del asunto viene dado por las sonrisas. Es que los intérpretes ríen consigo y con los instrumentos, también entre ellos, con el reconocimiento de que lo que se escucha está bien, de que suena bien, de que hacer música es la vida misma y de que están vivos porque están allí, rodeados de ella. El disfrute se deja sentir, contagia, se transforma en vínculo entre quienes ejecutan y quienes escuchan. Lo que es decir entre todos. Todos, músicos y público, están vivos –y se dan cuenta de ello- gracias a la música.
(Nota al pie para la expresividad y encanto de Yaroldy Abreu Robles, cuya percusión fue festejada por el público pero, sobre todo y como corresponde, por él mismo, gracias a su entrega y destreza, a su saltar rítmico y manos prodigiosas.)
Allí es donde nadie percibe que el tiempo se suspende –si se percibiese, no habría hechizo-, cuando la música contradice su necesario devenir temporal, cuando lo transgrede y subvierte. No hay pausa, y si la hay será remedada por aplausos urgentes, casi furiosos. Tanto de regalo y afecto hacia los músicos, como de necesidad por más sonidos.
Un invitado sorpresa sube abordo y presta su acordeón a las teclas de Chucho. La presencia de Chango Spasiuk es alertada tres veces por la voz del pianista: “un músico tremendo” dice, y sincera que no será suficiente su énfasis. Pero para eso está lo que sucede desde el escenario. Y sí, qué músico(s) tremendo(s). Padrino también de ese guitarrista de apariencia beatle y pequeño (de negro, formal, flequillo sólo hasta la nariz, 19 años), Marcelo Dellameda, quien abriera la noche con tres interpretaciones ovacionadas.
Además, la presencia y voz femenina de Mayra Caridad Valdés mediando el espectáculo. Sube al escenario con una voz que canta al compás de su cuerpo voluminoso, de vestido luciérnaga, negra y bellísima. Tanto se la celebra que será ella quien dé el mejor cierre a la noche, capaz de alborotar al público por completo, de hacerle aplaudir y cantar.
Qué celebración de música y para la música. Cubana, jazz, clásica, todo convive y revitaliza en Chucho Valdés. No se puede creer cómo suena la banda, cómo se juegan los diálogos rítmicos, con la capacidad de saber cómo y dónde desconcertar, de volver impredecible el rumbo de lo que se escucha, con guiños que el oído reconoce, con la incertidumbre artesanal que acompaña cuando no se sabe dónde quedó la identificación primera y cómo se reformuló.
Porque el piano abre, acompaña, coordina y dispara hacia lugares insospechados. Cuánto saber, historia y amor. Qué respeto, qué alegría. Cuánta música, en suma. Todo eso está allí, se nota y se percibe. La buena fortuna de haber visto y escuchado las teclas de Chucho. Nada que cualquier disco pueda repetir. El auditorio, que estuvo completo, lo supo y comprendió.
Fueron tres bises, en una noche de casi dos horas. Pero el tiempo es lo de menos. Duró todo muy poco. O todavía sucede. Queda como eco de teclas y sonidos africanos que, al escucharse, derivan de tiempos idos, de raíces profundas, así como perviven en este momento y en el de mañana. La música de Chucho Valdés aparece como bisagra de un proceso musical que está ocurriendo. Y con la amabilidad de permitir al público sumarse al viaje.
Mensajeros de un más allá que queda acá nomás, dentro de lo que la sensibilidad dice. Sólo hace falta querer escuchar.

En Rosario/12 (22/06/2011)

lunes, 20 de junio de 2011

Le Quattro Volte (2010, Michelangelo Frammartino)


El sonido de la respiración


Le Quattro Volte
Italia/Suiza/Alemania, 2010.

Dirección y guión: Michelangelo Frammartino. Fotografía: Andrea Locatelli. Música: Paolo Benvenuti. Montaje: Benni Atria, Mauricio Grillo. Intérpretes: Giuseppe Fuda, Bruno Timpano, Nazareno Timpano. Duración: 88 minutos.


Por Leandro Arteaga


Cuánto hace que una película –al menos desde lo que la cartelera comercial supone- no se detenía, por ejemplo, a respirar. A inhalar y exhalar, con el viento como caricia de árboles. Más balidos que resuenan y lamentan (y esto es, de veras, estrictamente así). Y una tos continua, de pastor de muchos años, quizá tantos como los que el pueblito calabrés tenga.
El mismo realizador, Michelangelo Frammartino, ha pasado su niñez en un ámbito como el que registra, y esto es algo que se nota porque la cámara, como si de una habilidad simple se tratara, es capaz de desaparecer. El realizador sabe dónde filmar, cómo esperar, qué mostrar. Básicamente, el film se estructura desde planos fijos, imperceptiblemente inmóviles, con una profundidad de campo que llega hasta la nitidez de las nubes. En todo esto es donde puede elegir perderse, así como encontrarse, la mirada del espectador.
Hay también una historia, una línea que atraviesa lo que se cuenta para volverse círculo y atender al mismo título: cuatro veces, cuatro estaciones, el ciclo como manera vital natural. Es así que la película avanza en su devenir y vuelve sobre sí, allí cuando el hacha y el fuego transforman al árbol, cuando la vida vuelve a la tierra, sea tanto en el horno de carbón como en el ataúd que guarda al pastor o, quizás, desde la olla que encierra a los caracoles.
Se decía que el film respira, y esto es así, no hay manera de poder decirlo diferente. Como si la pantalla del cine ensanchara sus límites, dispersara sus cuatro lados, y provocara un redimensionamiento del lugar. El film respira, en algunos momentos también se detiene. Y vuelve a tomar aire desde otro personaje, desde otra instancia, todas ligadas entre sí: pastor, cabras, perro, árboles, ritos, carbón.
Un polvito mágico podría ser la clave de tanto misterio hermoso, barrido y guardado desde la luz que destilan los vidrios de iglesia, ingerido por el pastor para la cura de su tos. Tierrita que sobrevuela y desciende y se mezcla con agua en los intestinos: hasta la mínima partícula se liga y comunica con lo demás, así como el lamento del cabrito o el ladrido del perro sabrán provocar tanto como cualquiera de las demás acciones. (Es aquí donde aparece el plano-secuencia que mucho dio que hablar a la crítica, con el perro como su protagonista absoluto.)
Se ha señalado respecto del film que el uso de la palabra cede ante lo que para decir tiene la naturaleza, el mundo animal, el caminar de la hormiga. Algo que, extraordinariamente, ocurre. Luego de la proyección prevalece la sensación de que han sido tres, o cuatro, las palabras dichas a lo largo de toda la película, tanta es su armonía.
Le Quattro Volte fue premiada como mejor película europea durante la quincena de los realizadores del Festival de Cannes 2010. Tanta es su sensibilidad, tanta su presteza, que es capaz de lograr que, desde la comodidad de la butaca, el espectador conozca el sonido de la propia respiración.

domingo, 19 de junio de 2011

Hanna (2011, Joe Wright)


Manual de instrucción para joven asesina


Hanna
(Hanna)
EE.UU., 2011. Dirección: Joe Wright. Guión: Seth Lochhead, David Farr. Montaje: Paul Tothill. Fotografía: Alwin Kuchler. Música: The Chemical Brothers. Intépretes: Saoirse Ronan, Eric Bana, Cate Blanchett, Tom Hollander, Paris Arrowsmith, Olivia Williams. Duración: 111 minutos.


Por Leandro Arteaga

No debiera ser parámetro equivalente a juicio fílmico, pero el bostezo que se escuchó en la sala durante la proyección de Hanna, promediando noventa minutos, daba cuenta cabal del parecer de este cronista respecto del film.
Aburrimiento sí, indiferencia no. Es por ello que la utilización usual de la violencia, el glamour de los organismos de inteligencia, sus entrenamientos militares y torturas institucionalizadas, no por rasgos vistos una y otra vez dejan de molestar poderosamente la atención. Más aún cuando, con el precedente de Kick-Ass (2010), pasan a tener en los niños a sus protagonistas y depositarios predilectos.
La apenas adolescente Hanna es entrenada por su padre en medio del frío más gélido: cabaña, fuego, leña, caza de presas. El momento, sabe su padre (Eric Bana), está por llegar, allí cuando Hanna decida asumir la pulsión del detector que hará de ella motivo de persecución y desate una búsqueda asesina imparable sobre su persona, amén de evocar –tanta es la pobreza argumental en Hollywood- la partida del hogar, el vínculo roto con la figura paterna. (Nada diferente, si se lo piensa un poco, respecto de la historia de Nikita, el film de Luc Besson, pero aquí en versión infante.)
Allí, entonces (¿y por qué? ¿qué necesidad hay, querida Blanchett?), la dama desalmada y de la CIA (sí, Cate Blanchett) para dar con la niña fugitiva, con el padre de pasado misterioso. La develación de los motivos se emparentarán, eso sí, con tantas historietas leídas como películas malas, tal es –de nuevo-, la pobreza argumental de Hollywood.
La violencia, se decía, aparece como rasgo mayor, a través de esta pequeña niña que parece salida de un video-game bestial, capaz de disparar un arma de fuego así como de romper el cuello de su víctima sin la menor dilación. Lo mismo, se apuntaba, ocurría en Kick-Ass. En beneficio de los films, puede decirse, aparece la ironía burlona de esta última, así como los planes secretos de los servicios de inteligencia (responsables verdaderos) en Hanna; pero, eso sí, la violencia no deja de plasmarse desde la fascinación, el montaje intrépido, o la música electrónica (cortesía, aquí, de The Chemical Brothers).
Las alegorías que Hanna intenta suenan forzadas por evidentes, con el nombre Grimm como señuelo de las hadas, o el parque de atracciones como castillo encantado y casa de la bruja. Una gran boca de lobo guarda en sus fauces a la abuelita escondida. Así de obvia, así de pésimamente fácil, es la lectura que propone –otra vez- el cine de Hollywood por estos días.
Y si de ser más elocuente se trata, las peleas son pésimas, de coreografías duras y mucho montaje. Es entonces cuando aparecen las ganas de recurrir al cine oriental y sus géneros revueltos y buenísimos, con la artesanía necesaria como para sentir cada patada como un delirio surreal. ¿Por qué no son éstas las películas que llegan a la cartelera comercial? (¡y que saquen a patadas a estos malos recuerdos de lo que fuera, alguna vez, un gran cine!).

domingo, 12 de junio de 2011

Chucho Valdés: entrevista


En la música no existe el punto final


El pianista cubano, laureado internacionalmente, se presenta en Buenos Aires, Córdoba y Rosario. “Lo más importante es el lenguaje de la música, algo que hay tomar muy en serio” señala Chucho Valdés.


Por Leandro Arteaga

El diálogo es cordial, de esos que pueden durar mucho, capaces de esconder el transcurrir normal del tiempo. Más aún cuando la escucha da cuenta de calidez, de ganas de contar y de decir lo importante que es la música, que es elección de vida, que hay que respetarla para siempre. Chucho Valdés (La Habana, 1941) es todo eso y más, todavía más que los –apenas- siete Premios Grammy que ha obtenido, o que la consideración temprana (¡en 1970!) que ya se hiciera de él, como uno de los cinco mejores pianistas de Jazz del mundo, junto a los nombres de Bill Evans, Oscar Peterson, Herbie Hancock y Chick Corea.
De manera tal que la oportunidad es única, es extraordinaria, y será cierta el domingo próximo, a las 21.30, en el Teatro “Príncipe de Asturias” del Centro Cultural Parque de España (Sarmiento y el río), donde Chucho Valdés se presentará junto a los siete músicos que componen su The Afrocuban Messengers, cuyo reciente Chucho’s Steps fuera Grammy al Mejor Álbum de Jazz Latino 2011.
“La música es un lenguaje, un lenguaje de los sonidos, y este lenguaje tiene las mismas reglas que el lenguaje escrito” relata el músico a Rosario/12. “O sea, para tocar una obra, tú tienes que conocer y manejar los acentos, las dinámicas, las pausas. Si hay deficiencias, eso es algo que se puede escuchar, que se oye. Si la música es el lenguaje de los sonidos, para mí lo más importante en la música es eso, el sonido, es lo que siempre me ha preocupado cada vez que he hecho algún tipo de grupo musical, o al tocar el piano; el lenguaje es el mismo. Aún cuando en los grupos que formé busqué un sonido que los identificara, después me preocupé por la forma de expresión, es por eso que el lenguaje musical es importantísimo. Es como cuando hablas mal y dices “voy al parqué” en lugar de “voy al parque”. Musicalmente, si tú estás tocando mal una frase, los acentos auditivamente te pueden sonar así de mal; no sé si me estoy explicando profundamente, tú me dices…”

-Está muy claro.

-Esa es para mí una de las importancias más grande. La música es el sonido, la expresión, el lenguaje, la dinámica, y eso es algo que hay que tomar muy en serio. Por eso es muy importante, dentro de todas las cosas, pasar por la escuela, por el conservatorio, por las clases de música, de teoría, de armonía, así como también escuchar mucho las obras bien tocadas.

-A partir de allí, entonces, es posible pensar y hacer la música que usted hace, con tanta fusión, riqueza, novedad…

-Fuera de lo que le estoy hablando, que ya es materia dominada por el grupo, nosotros hemos llegado a hacer una serie de combinaciones que tienen que ver también con la propia mezcla de la música afrocubana, que es muy rítmica. Lo que nosotros hemos hecho ahora, en estos tiempos, es como una obstrucción rítmica dentro de la música afrocubana, donde hay tambores, batá, junto con la mezcla del jazz. Hay, justamente, una raíz común entre ambos géneros: el jazz es música afroamericana, y nosotros hacemos música afrocubana; donde coincidimos precisamente es en la madre África, es en la parte rítmica de ambos donde más unidad sucede, a través de sus raíces.

-Encuentro en usted una relación muy fuerte entre el respeto por la música y el entorno familiar; es decir, entre raíces que son, a la vez, artísticas y afectivas.

-Mi padre fue mi primer maestro, mi primer profesor, y de él aprendí mucho, tanto en la teoría como en la práctica. En cuanto a la teoría gracias a las clases en casa -aun cuando yo estudiaba en el Conservatorio de música los clásicos-, y en cuanto a la práctica, bueno, aprendí sobre ese “otro” mundo, el mundo del trabajo profesional, el de la calle. Aprendí mucho viéndolo trabajar en “Tropicana” [NdR: cabaret muy famoso en Cuba, donde Bebo Valdés, padre de Chucho, fuera director], en todas las grabaciones, viendo cómo funcionaban, cómo aplicaba esa teoría que uno aprende en la escuela en la práctica. Ahí pasa algo totalmente diferente, porque podés pasar por la escuela de música perfectamente, pero después te encuentras en la calle, con un mundo totalmente diferente, es entonces cuando tú tienes que aprender ese mundo también, y eso es algo que yo aprendí de muy temprano. Mi padre hizo una orquesta que se llamaba “Orquesta Sabor de Cuba”, donde era pianista y director, fue allí donde él pasó a dirigir para que yo pudiera tocar el piano, aprendiera, e inclusive hiciera las orquestaciones para las jazz-bands o big bands y otros formatos diferentes. Fui siempre pianista en sus grabaciones, independientemente de que tenía también un cuarteto. Ésa fue la universidad más grande que tuve sobre jazz y sobre música en general. Lo bueno de “Tropicana” es que era un centro musical donde se hacía música de todo tipo, no solamente música popular cubana y jazz, sino de todo, todo tipo de género de música; toda una escuela de muchísima importancia en mis primeras etapas.

-Si me permite, pienso al jazz como una escuela en sí misma, tanto respecto de sus raíces como de sus posibilidades, como una especie de laboratorio musical constante.

-¡Cómo no! Pienso, además, que es algo que no tiene fin, donde el capítulo final no existe. El que piense que llegó al final, está perdido, porque siempre hay cosas para aprender, que experimentar; el final no existe, lo que existe es la búsqueda.

-Si hay un camino, creo que uno de ellos es el que usted lleva adelante, por medio de la fusión de ritmos que no han sido considerados de manera relevante, sino recientemente.

-Yo pienso eso mismo, y creo que uno de los ejemplos más claros es el último disco que hicimos -Chucho’s Steps-, donde los compases simples, de seis por ocho, cuatro por cuatro, se han modificado totalmente hacia compases asimétricos. O sea, meter la rítmica afrocubana en cinco por ocho, siete por cuatro, once, etc., cambia totalmente el panorama de la rítmica. En Chucho’s Steps hay varios temas que tienen eso, uno es el tema que se llama “Yansa”, que tiene varios compases, también ocurre lo mismo en “New Orleans (A Tribute to the Marsalis Family)” y en “Chucho’s Steps”.

The Afrocuban Messengers se completa con Mayra Caridad Valdés (voces), Lázaro Rivero Alarcón (bajo), Juan Carlos Rojas Castro (percusión), Yaroldy Abreu Robles (percusión), Dreiser Durruthy Bombalé (percusión batá y voces), Carlos Manuel Miyares Hernandez (saxo tenor), y Reinaldo Melián Alvarez (trompeta). La noche será prologada además por la presencia de Marcelo Dellameda, guitarrista chaqueño de apenas 19 años quien, apadrinado por Luis Salinas y Chango Spasiuk, presentará los temas de su primer disco, Calle 11, donde también las búsquedas musicales aparecen desde las referencias al chamamé, el bolero, la bossa nova, y el tango. Anticipadas en venta en Túnel 1 del Centro Cultural Parque de España, de martes a domingo de 10 a 13 y de 15 a 20.

En Rosario/12 (12/06/2011)

viernes, 10 de junio de 2011

CRACK BANG BOOM 2011


Cuadritos, explosiones, y mucha historieta


Hoy comienza CrackBangBoom, con clínicas, stands, disfraces y la presencia exclusiva de invitados internacionales. “¡Rosario es la capital del cómic!”, afirman sus organizadores entusiastas.


Por Leandro Arteaga

“Aún cuando la experiencia previa haya resultado tan bien, los nervios igualmente están”, dice uno; “¿Podremos estar a la altura de las expectativas de la gente?”, dice el otro. Sus nombres son, respectivamente, Eduardo Santillán Marcus y Juan Ángel Szama, integrantes del equipo organizador de Crack Bang Boom, Segunda Convención Internacional de Historietas de Rosario, organizada por Centro de Expresiones Contemporáneas, con asesoría y coordinación del dibujante Eduardo Risso, y que hoy inicia sus actividades durante todo el fin de semana (ver recuadro).
“Cada cosa nos genera una ansiedad particular, en la primera edición no teníamos nada de experiencia” comentan los organizadores a Rosario/12. “Sabemos que no vamos a cometer de vuelta ciertos errores que, de todas maneras, no se notaron, los vimos nosotros porque somos medio obsesivos.”

-No es para menos, el nivel alcanzado el año pasado fue excepcional. Si se trata de invitar a quien no sabe qué es CBB, ¿qué le pueden decir?

-Marcus: Que se trata de una convención en donde todo aquel que quiera encontrarse con autores, ya sea dibujantes o guionistas, lo puede hacer; un lugar donde charlar y mostrar el trabajo que se realiza, para dar cuenta de que la historieta está más viva de lo que se cree.
-Szama: CBB no funciona solamente como convención, sino que también suma charlas, paneles, exposiciones, en distintos lugares de la ciudad. En el CEC va a haber una muestra de originales de Oswal y de Enrique Breccia, además de esculturas de Martín Canale. Vamos a tener clínicas para quienes quieran profesionalizarse: una de guión (a cargo de Diego Agrimbau), una de historieta integral (por Eduardo Risso), otra de color digital (por Ariel Olivetti), y otra de escultura (por M. Canale).
-Marcus: Este año se propuso que a los invitados se les diera una escultura de Canale como obsequio, con Sónoman y el Monumento a la Bandera, que está hermoso. Este año el elegido es Sónoman porque el homenajeado, justamente, es Oswal. La figura cambiará en función del homenajeado, para que la gente se entere de que, como sabemos nosotros, ¡Rosario es la capital del cómic!
-Szama: Otra cosa que implementamos es la de que toda persona que quiera venir disfrazada de su héroe favorito entra gratis, así como también el espacio dedicado a fanzines e historietas independientes tendrá entrada gratuita, para que circule la mayor cantidad de gente posible, si bien el precio de la entrada para las demás actividades es simbólico, sólo cinco pesos. Habrá stands comerciales, de editoriales y de distribuidoras, así como firma de ejemplares, dibujos, bocetos. Vamos a contar con la presencia de un editor norteamericano: C.B. Cebulski, vicepresidente de Marvel.

-Creo que la incorporación de editores de primera línea no la tuvo nunca nadie en Argentina. Ustedes son los primeros.

-Marcus: Así es. Una decisión que el año pasado se inició con la presencia de Jim Lee y de Will Dennis, figuras de DC Comics. Este año decidimos traer a una personalidad editorial de Marvel, que va a mirar carpetas de dibujantes.
-Szama: Así como también lo harán editores locales. El propósito es que CBB funcione también en beneficio de quien esté intentando profesionalizarse; de hecho, este año lanzamos una antología que es resultado del concurso de historietas que promovimos hace unos meses atrás, donde un jurado seleccionó varios trabajos entre más de cien envíos. La idea es continuar todos los años con esta iniciativa.
-Marcus: En este catálogo, los ganadores figuran junto a historietas de los artistas invitados. Otra cosa: el catálogo será gratuito para quien obtenga el abono por los cuatro días de la convención.

-Recuerden algunos de los invitados principales.

-Marcus: Viene Frank Quitely (X-Men, Batman&Robin), que dará una charla en Cine El Cairo. Como logramos obtener los derechos, en la sala se va a proyectar la película All-Star Superman, un estreno que no se va a ver en ningún otro lado, y con la calidad que tiene la sala El Cairo.
-Szama: Hay que comentar que Quitely no vive, digamos, en Córdoba, sino en Glasgow, en Escocia.
-Marcus: Es un tipo que idolatro, el que más onda tiene, está tan contento de venir que consiguió que lo acompañe José Villarrubia, un dibujante español que está viviendo en Baltimore. Vienen “los brasileros”: Rafael Albuquerque (American Vampire, a partir de idea de S. King), Renato Guedes (Wolverine), Eddy Barrows (Superman), y Rafael Grampá, uno de los talentos más importantes que tiene Brasil en este momento.

-Seguramente, muchos no ubiquen los apellidos, pero sí a los personajes. Lo que se suma a las muestras que habrá de ellos.

-Marcus: Las muestras de estos dibujantes van a estar en el Bernardino Rivadavia.
-Szama: Los originales de Breccia, que están en el CEC, los veía y no lo podía creer: pintados en acrílico, sobre tela, son geniales; así como los de Oswal, que mandó originales de toda su carrera. Es emocionante ver el trazo, el lápiz, las borroneadas, el corrector. También vienen Pablo de Santis, Diego Parés, Gustavo Sala, Lucas Varela…
-Marcus: Y los hermanos Fiumara; Sebastián ha trabajado en Marvel, además de hacer la adaptación de zombies de George Romero, y Max dibujó Spiderman, por este trabajo fue nominado a un premio. También viene Rodolfo Migliari, un portadista fantástico, de los mejores que tiene DC, y que vive en Buenos Aires.

-Parte del espíritu de CBB, justamente, es el de mostrar a artistas que trabajan para el extranjero, pero que aquí pasan desapercibidos.

-Szama: Una de las intenciones de Risso es la de abrir el campo para que pueda profesionalizarse la mayor cantidad de gente, no sólo respecto de Rosario, sino también de otras partes del país.
-Marcus: Vienen de todos lados, el año pasado vinieron dibujantes de Ecuador, de Perú, de muchos lugares, lo veía y no lo podía creer. Para el concurso mandaron material desde México. Hay un montón de dibujantes que vienen sólo por las ganas de participar.
-Szama: Viene Laura Vázquez, que va a coordinar una charla en homenaje a Carlos Trillo.
-Marcus: Más Gabriel Ippóliti, Alejandro Aragón…
-Szama: Y Max Cachimba, ¡que no podía faltar!

CRACK BANG BOOM (programación completa en crackbangboom.com.ar)
Jueves:
15:30. Diálogo con C.B. Cebulski (Marvel Comics, CEC).
18:00. Homenaje a Oswal (CEC).
19:30. Apertura Muestra Artistas (Bernardino Rivadavia).
Viernes:
15:00. Dibujando desde Brasil: Albuquerque, Guedes, Grampá, Barrows (Lavardén).
17:00. Charla de Gabriel Ippóliti y Alejandro Aragón (CEC).
18:00. A solas con Enrique Breccia (Lavardén).
Sábado:
15:30. A solas con Frank Quitely (El Cairo).
18:00. Diálogo con Pablo De Santis y Diego Agrimbau (CEC).
19:30. Homenaje a Carlos Trillo (CEC).
Domingo:
17:00. Diálogo con Sebastián y Max Fiumara, y Rodolfo Migliari (CEC).
18:00. Diálogo con Gustavo Sala, Lucas Varela, Diego Parés, y Max Cachimba. (CEC).

En Rosario/12 (09/06/2011)

X-Men: First Class (2011, Matthew Vaughn)


El lado oscuro de la X


X-Men: Primera Generación
(X-Men: First Class)
EE.UU., 2011. Dirección: Matthew Vaughn. Guión: Bryan Singer, Sheldon Turner, Ashley Miller, Zack Stentz, Jane Goldman, Matthew Vaughn. Fotografía: John Mathieson. Música: Henry Jackman. Montaje: Eddie Hamilton, Lee Smith. Intérpretes: James McAvoy, Michael Fassbender, Kevin Bacon, Rose Byrne, Jennifer Lawrence, Oliver Platt, Alex González. Duración: 132 minutos.


Por Leandro Arteaga


Contar las “primeras” historias de personajes es artimaña sabida y repetida por las historietas. Es así que X-Men: Primera Generación está basada, de hecho, en cómics de mismo título que han explotado, de mil maneras posibles, todos los resquicios respecto del denominado “universo mutante” del “mundo Marvel”.
Para el caso cinematográfico, decir que el ingenio principal detrás de la creíble plasmación de los X-Men sigue siendo Bryan Singer, realizador de dos de los films previos, así como guionista de esta precuela, asentada de manera creíble respecto de la trilogía ya vista, y con el protagónico justo y simétrico entre el Profesor Charles Xavier (James McAvoy) y Erik Lehnsherr (Michael Fassbender), alias Magneto.
Entre ambos se juegan el anverso y reverso de la X, a la manera de una moneda marcada, en cuya cara oscura figura la cruz gamada, suerte de X espejada. Allí el pasado y génesis de Erik, futuro líder de mutantes renegados, en quien descansa la ambigüedad justa como para caer en ese otro lado oscuro, aquel que repele y combate, como su antítesis, el Profesor Xavier. Entre medio, los denominados humanos, porque si bien Xavier y alumnos se consideren parte de la sociedad misma, habrán de hacerlo desde una idéntica clandestinidad.
Pero para llegar a ello, la historia previa. El desarrollo argumental que discurre a lo largo de esta primera generación de X-Men, con todo el encanto necesario como para no perder de vista el momento epocal: experimentos nucleares, colores saturados, guerra fría, Cuba, crisis de misiles, Kennedy, y los sesenta en ebullición plena. Más una Villa Gesell plagada de nazis y de montañas: manera tradicionalmente hollywoodense de entender a Argentina como ámbito exótico (disparate geográfico que de ninguna manera pone en duda el refugio real de los nazis en suelo argentino: historia e historieta coinciden).
Pero lo mejor es que no hay primacía de efectos digitales, sino una buena historia que contar y que está bien narrada, aún cuando el espectador pueda no saber demasiado respecto del acervo de historietas enorme que han transitado los X-Men, creados en 1963 por Stan Lee y Jack Kirby. Es así que, lo que parece un ejercicio comercial más, culmina por ser –tal vez- la mejor de las películas sobre los personajes, tan hábil como para sugerir entuertos argumentales posteriores sin, por ello, desatender el nudo que plantea.
De alguna manera podría entenderse a esta Primera generación como un ejercicio mayor respecto de aquella partida de ajedrez que el Profesor X y Magneto sostienen en la primera película. Como si fuese la piedra de toque de un idea y vuelta cíclico. Una disputa de caballeros, de amigos, de rivales. Con toda la fantasía necesaria como para creer que una niña libélula es capaz de existir y de volar y de hacer strip tease. Toda una mutante.

domingo, 5 de junio de 2011

Virginia Martínez: Directora Televisión Nacional Uruguay + entrevista


Televisión, espectadores y ciudadanos


"Estamos trabajando una televisión desde la cultura, con otros valores", destacó Virginia Martínez, directora de Televisión Nacional Uruguay. El acuerdo significa la internacionalización de contenidos audiovisuales generados en esta ciudad.


Por Leandro Arteaga

“Se trata de un día histórico” señalaba Horacio Ríos, Secretario de Cultura y Educación de la Municipalidad, el viernes pasado en las dependencias del Centro Audiovisual Rosario, al referir la importancia del convenio intercultural con Televisión Nacional Uruguay. Con presencia del Intendente de la ciudad, Ing. Miguel Lifschitz, se firmó el acuerdo de venta de los derechos del programa de dibujos animados Cabeza de Ratón, de la Cooperativa de Animadores de Rosario, así como el tratado de cesión de uso de los derechos sin cargo de Cables Cruzados, propuesta televisiva ideada por el músico Fabián Gallardo.
El acuerdo significa de manera relevante en virtud de la internacionalización de contenidos audiovisuales generados en la ciudad, pero también como consecuencia del camino precedente y actual que significa la celebración, por parte del C.A.R., del Festival Latinoamericano de Video.
Virginia Martínez -productora, realizadora y escritora, amén de ser la actual directora de Televisión Nacional Uruguay- ha sido una de sus presencias recurrentes. “Los festivales siempre son lugares muy interesantes para los realizadores, tal como es el caso del Festival Latinoamericano, donde lo más rico es el intercambio y el conocimiento que promueve. A partir de mi amistad y las venidas frecuentes, Horacio Ríos me hizo conocer un par de programas, de series de televisión, con la posibilidad de interesarnos para las pantallas de la televisión pública uruguaya” recuerda Martínez a Rosario/12.
“Es así que me los llevé, los vimos, y decidimos incorporarlos a nuestra programación. Por un lado, vengo a cerrar desde la firma los convenios que van a hacer que estas dos series estén en Uruguay, pero por otro lado también espero que se produzca un punto de partida hacia un intercambio de parte de la producción de contenidos de calidad producidos en Uruguay para la televisión de Rosario” agrega Martínez

-¿Qué características distinguirías de la televisión en Uruguay?

-En primer lugar, te diría que en Uruguay tenemos una gran influencia de la televisión comercial argentina, estamos muy bien “colonizados” en ese sentido, desde Bailando por un sueño hasta Intrusos. Por otro lado, la televisión pública es un lugar dedicado a mostrar otra televisión argentina, y es en ese contexto donde sitúo a estas dos series, como producciones que pretenden hacer conocer valores artísticos, culturales. Cuando hablo de estas cosas suelen preguntarme si a nosotros nos interesa el rating, ¡por supuesto que sí!, a todo el mundo le interesa, la televisión tiene vocación de un público masivo. Pero la televisión pública está para algo diferente. Nosotros sabemos que trabajamos para minorías, y sabemos que los públicos deben ser atendidos desde la igualdad, porque si vamos a considerar al público como una masa informe, a la que le gusta más de lo mismo, no nos apartaríamos del caño y el baile. Estamos tratando de abrirnos a otra televisión, a una televisión regional. Tenemos un ciclo de cine latinoamericano, un ciclo de cine nacional, ahora vamos a empezar con un ciclo de cine documental, y también series que vienen de Argentina, de Canal Encuentro, así como de la BBC, de la Televisión Española, y de la producción nacional. La idea nuestra es la de considerar al espectador como un ciudadano, no como un consumidor; de hecho, ahora hicimos algo bastante novedoso: tenemos tres informativos diarios que salen sin publicidad, no mezclamos más información con publicidad, y lo mismo hacemos con el cine, pasamos cine sin cortes. Es en ese sentido que estamos tratando de trabajar la televisión desde un canal que contenga cultura y entretenimiento, con un humor que esté por fuera de lo que predomina en la televisión comercial: la burla, la desgracia, la estigmatización.

-Pareciera, desde un decir vulgar, que entretenimiento y contenidos culturales estuviesen reñidos.

-Por poner un ejemplo, en el año 2008 en Uruguay se hizo un movimiento “pro-Capusotto” para que la televisión pública pasara su programa. Se juntaron firmas y Capusotto llegó a la pantalla de la televisión nacional. Es eso, creo que la cultura y el humor pueden ir perfectamente de la mano, aún cuando haya una tendencia hacia lo más fácil. Por eso reivindico lo de los públicos, aunque sean minoritarios, porque de lo contrario estaríamos en camino a la era del pensamiento único, de la imagen única, de los sonidos únicos, de la gastronomía única; en ese sentido, trabajamos historias nuestras, porque también lo pequeño, lo cercano, vale, así como abiertos a su vez a contenidos –como Cabeza de Ratón y Cables cruzados- que tienen un valor que me da orgullo, y que si no los mostramos nosotros no lo va a hacer nadie. La gente tiene también derecho a no comer todos los días del año “televisión chatarra”.

-Y el estado tiene la responsabilidad de ocuparse de ello.

-Sí, tiene que ocuparse. La televisión pública tiene una razón de ser, y esa razón no es el lucro, sino una razón de bien público, de bien colectivo, de información, de cultura, de identidad, de apoyo, y me parece que son políticas que nosotros tenemos que dar, porque no solamente se combate a la pobreza con soluciones habitacionales, con trabajo, sino también con valores, y lo que vemos hoy es que los valores predominantes son de acuerdo con lo que tenés. Es una labor que no puede ser muy exitosa en términos de rating, pero que es necesario dar.

-Igualmente, y tomando como ejemplo el canal Encuentro, se comprueba que hay una respuesta importante de parte del público hacia contenidos diferentes y mejores.

-Nos pasó una cosa curiosa, cuando se debatía en el Parlamente, en Uruguay, la anulación de la Ley de Caducidad, que amnistía a los militares responsables de violaciones a los derechos humanos durante la dictadura, decidimos sobre la marcha hacer una transmisión de corrido. El debate duró quince horas y fue muy curioso porque tuvimos niveles altísimos de rating, que sólo logramos cuando transmitimos en directo el carnaval. Hay veces en que la gente nos dice otra cosa, como que no solamente le interesa el glamour, la sangre y el chimento.

En Rosario/12 (05/06/2011)

jueves, 2 de junio de 2011

La noche del demonio (Insidious, 2010, James Wan)

Sustos a la manera clásica

La noche del demonio
(Insidious)
EE.UU., 2010. Dirección: James Wan. Guión: Leigh Whannell. Fotografía: David Brewer, John Leonetti. Música: Joseph Bishara. Montaje: Kirk Morri, James Wan. Intérpretes: Patrick Wilson, Rose Byrne, Ty Simpkins, Leigh Whannell, Barbara Hershey, Corbett Tuck. Duración: 98 minutos.


Por Leandro Arteaga

El primer momento del film predice: lo que parece un globo blanco se invierte en lámpara de una habitación donde un niño duerme bajo la luz cálida, el travelling de la cámara conduce al espacio contiguo, reverso del anterior, cuyo tono frío oculta una silueta lejana, finalmente develada como el rostro de una anciana cadavérica. La luz de vela acompaña el rictus. Luego, el título del film, con letras rojas y música de violines estridentes. Bien clásico.
Y bien diferente de los anteriores films del mismo director: James Wan es el mismo responsable de El juego del miedo (2004) y de Sentencia de muerte (2007). Tal vez, la primera supo contar con ciertos recursos clase B, bien truculentos y gore, así como con la astucia necesaria como para volver tal propuesta una serie de éxito, donde la tortura es leitmotiv. La segunda de ellas, una buena oportunidad perdida, sobre todo cuando el miedo de clase media de su protagonista (Kevin Bacon) parecía volverse mueca crítica para, finalmente, ratificar el ojo por ojo. Un pena de film.
Pero en La noche del demonio el tema es otro, y está muy bien. Algo de casa embrujada, maldición heredada, niño poseído, y cazafantasmas freaks. Todo ello en moderadas dosis, de acuerdo con la lógica de un argumento que, pretendidamente, se emparenta con la propuesta de mucho cine B, de evidente bajo presupuesto y mucho ingenio, con sonidos de cadenas y sombras ominosas.
El devenir lo marca el niño al caer en un coma misterioso, mientras sus padres, con tantos líos propios, ya no saben cómo enfrentar el problema ni cómo soportarse mutuamente. Pero, en verdad, la historia cierta es otra, y lo que parece un coma devendrá revisión del pasado familiar y prueba marital. Mientras tanto, los fantasmas aparecen, asustan y divierten. Sin sobresaltos grandes, con pequeños momentos bien filmados, conducentes a un momento mayúsculo, aquél que supondrá un enfrentamiento final y con el malvado mayor.
Porque habrá, como corresponde, un demonio. Apenas entrevisto, más sugerido que definido. Cuyo escondite es un acierto de garras que se afilan, vitrola de música oxidada, y juguetitos que bailan al compás. Más un más allá que se viste de casa vieja, maderas crujientes, mucha niebla, infinito negro, y almas en pena. Es decir, muy pocos recursos para un más que mejor film de terror, a la vieja manera y por fuera de la prédica fascistoide que habitara en Sentencia de muerte.
Como si se tratara de una hermana menor de Arrástrame al infierno (2009), donde Sam Raimi revisitara su primer y mejor cine, de vínculos bizarros y medianoches de autocine, La noche del demonio anota un punto a su favor y permite entender a su realizador como artesano y amante del género, cuyos lugares comunes serán, hasta que se demuestre lo contrario, la manera mejor de ofrecer buenos miedos al espectador. Que se repita.