martes, 26 de octubre de 2010

Atracción peligrosa (The Town, 2010, Ben Affleck)


Juego de máscaras y de crímenes


Atracción peligrosa
(The Town)
EE.UU., 2010. Dirección: Ben Affleck. Guión: Peter Craig, Ben Affleck, Aaron Stockard, a partir de la novela de Chuck Hogan.Fotografía: Robert Elswit. Música: David Buckley, Harry Gregson-Williams. Montaje: Dylan Tichenor. Intérpretes: Ben Affleck, Rebecca Hall, Jon Hamm, Pete Postlethwaite, Chris Cooper, Blake Lively. Duración: 125 minutos.


Por Leandro Arteaga


Luego de la estupenda Desapareció una noche (2007), sobre novela de Dennis Lehane –desde cuyos libros tanto Eastwood como Scorsese realizaran Río Místico y La isla siniestra, respectivamente-, ha sido mucho el interés que despertara el actor devenido realizador Ben Affleck. En aquel caso, Casey Affleck componía al personaje principal, de una moral tan quebrada como hacía tiempo no se veía en pantalla.
El marco elegido por Affleck para su segundo film reitera el policial. Por un lado, parece territorio predilecto por el realizador. Por el otro, no deja de ser la manera mejor para plasmar la desazón que aún reluce bajo tantas capas de alfombras desteñidas de “sueño americano”. Es en este sentido que habrá que pensar la película desde su título original: The Town, antes que detenerse en la traducción fácil elegida para su distribución.
Atracción peligrosa transcurre en Boston, entre pandilleros irlandeses dedicados al robo de bancos, profesión legada -de acuerdo con lo que el mismo film informa- entre generaciones. El inicio, de robo bancario y criminales encapuchados, sitúa al film de Affleck en la tradición de tantos otros títulos que han provocado un culto de la iconografía bandolera y sus máscaras, cuyo punto álgido tal vez pueda encontrarse entre los rostros de los ex-presidentes norteamericanos que los asaltantes liderados por Patrick Swayze lucieran en Punto límite (1991, Kathryn Bigelow).
En el caso de Atracción peligrosa, las máscaras se reparten tanto entre cráneos con rastas barriales como monjas de tez ajada. Las armas van y vienen, entre tanto, con tiroteos que alcanzan cotas máximas, de una gradación que se incrementa al ritmo del relato. Ello como parámetro de lo que significa el vínculo que paulatinamente se establece entre Doug (Affleck), líder de la banda, y Claire (Rebecca Hall), víctima capaz de dar con el paradero de los ladrones.
Lo que en Doug comienza como manera de garantizar un silencio termina por volverse una situación compleja, que además dispara triangulaciones en varios sentidos: entre Doug y su pareja anterior (Blake Lively), entre Doug y su “hermano” violento (Jeremy Renner), entre Claire y el FBI. Situaciones que a su vez se enlazan desde los extremos opuestos que significan Doug y Frawley (Jon Hamm), agente del FBI.
En otras palabras, un film narrado a la manera de los buenos policiales, con situaciones simétricas que trazan líneas de sospechas y de dudas entre los personajes pero, sobre todo, como radiografías del ser social. Es por eso que The Town es también situación de desasosiego, de ganas de salirse del pueblo, de la ciudad pequeña, de sus lineamientos estancos y corruptos.
Allí aparece la historia melodramática –rasgo siempre presente en el cine negro- para justificar la traducción comercial que sufre el film en nuestras pantallas. Pero también para insertar la duda y la afectación entre sus protagonistas.

domingo, 24 de octubre de 2010

CRACK BANG BOOM + Jim Lee: entrevista


Héroes, villanos y un dibujante superlativo




Entre lectores, coleccionistas y fanáticos, el norteamericano Jim Lee dibujó y dialogó con el público. “Antes, la gente solía esconderse para leer cómics”, destacó el dibujante.

Por Leandro Arteaga (con la colaboración de Mariano Abrach)

“Es un sueño cumplido” destacó Eduardo Risso entre las palabras de bienvenida para la introducción de Crack Bang Boom. Mucha satisfacción en el dibujante –que brillaba de ganas ante una posible segunda edición, mientras abría las actividades en el Teatro Príncipe de Asturias el pasado jueves-, pero también entre los asistentes, los invitados, y la gente copiosa que comenzó a llenar las instalaciones del Centro de Expresiones Contemporáneas y los túneles del Parque de España.
Stands, paneles, exposiciones, charlas de café y muchos libros de historietas, como marco ideal desde el cual Crack Bang Boom se consolida como Primera Convención Internacional de Historietas en Rosario.
Sin dudas, la atracción sobresaliente que guardarán en el recuerdo muchos de los asistentes de este primer Crack Bang Boom, estará dada por la participación de Jim Lee (Seúl, 1964). El dibujante nacionalizado estadounidense –actualmente co-editor del sello DC Comics- es una de las luminarias de mayor prestigio dentro del ámbito profesional. Luego de distintas incursiones, el despunte que cataloga a Lee como dibujante estrella será la cifra histórica de ocho millones de ejemplares a través del número 1 de la revista X-Men, de 1991.
Es bien sabido que los norteamericanos sopesan talento desde el parámetro económico o, por equivalencia, de taquilla. Pero aún cuando ha sido ésta la realidad mentirosa de muchos otros dibujantes –cuyo éxito de ventas terminara siendo un bluff-, Jim Lee supo cómo desmarcarse desde la reinvención de su estilo gráfico. En una primera instancia, fue parte del grupo fundador del sello Image Comics, que a través de su tarea obligó a las principales compañías editoras –Marvel y DC- ha modificar su política y comenzar a reconocer derechos de propiedad intelectual a dibujantes y escritores. Por otro lado, y ya vuelto al redil de Marvel primero, y DC después, Lee fue capaz de insuflar vida gráfica a Batman a través de una de las mejores series que ha tenido el personaje –Hush, 2002-, relectura y renovación del mito del hombre-murciélago. Otro tanto ha realizado también con Superman: For Tomorrow (2004), con guión de Brian Azzarello, otro de los invitados de Crack Bang Boom.


Es por eso que encontrar a Jim Lee en uno de los puestos directivos de mayor relieve en DC –y por derivación, uno de los puestos más poderosos dentro de la industria del cómic, sin olvidar que DC es propiedad de Warner Bros.-, significa de forma sintética el derrotero que el mercado yanqui realiza entre arte e industria. Lee es sinónimo de innovaciones gráficas y editoriales. La industria –o el mundo empresario, mejor decir- los cría, les permite algún que otro pataleo –caso Image-, y los trae de nuevo al primer hogar.
“Estoy orgulloso por haber formado parte, en su momento, de Image Comics y por estar asociado al cambio que significó. Siempre es bueno para nuestra actividad tener muchos lugares donde trabajar. Hasta Image, eran Marvel y DC las únicas que predominaban. Aún cuando tenían muchos personajes, no había demasiadas posibilidades de trabajo, de editoriales, de recursos. Image fue quien las posibilitó”, explica a Rosario/12 el dibujante.

-¿Qué lectura puede realizar entre sus años de profesión y el desarrollo del cómic en Estados Unidos?

-Ocurrieron muchos cambios. Cuando yo empecé el cómic era todavía un nicho por explorar, la gente se escondía para leerlo. Hoy día ya es parte importante de la cultura pop, se encuentra reconocido y se lo aprecia de manera universal.

-¿Qué función o problema juegan las nuevas tecnologías en la producción de historietas?

-Las tecnologías han facilitado la manufactura de los cómics, han acelerado sus procesos. Hoy los dibujantes escanean sus propias páginas y las envían, por ejemplo, por e-mail y ya no por servicios postales, algo que sumaba días de espera. Pero, de todas maneras, los cómics están siempre al borde del atraso, de la falta de tiempo, debido a la inclemencia de las fechas de entrega, de las “deadlines”. Pero la esencia del cómic sigue siendo la misma, la de contar historias; en este caso, las nuevas tecnologías no significan más que nuevas herramientas.
-Irónicamente, creo que en la actualidad es en los cómics norteamericanos donde se encuentran las mejores historias, antes que en el cine. ¿Está de acuerdo?
-No comparto la misma opinión, me gustan los dos medios. Creo que se trata de lenguajes diferentes, cada uno con sus fortalezas y debilidades. Los dos han producido grandes historias durante las tres o cuatro últimas décadas.

-¿Cuáles son sus proyectos de trabajo, actualmente?

-Estoy trabajando en la finalización de All Star: Batman & Robin con Frank Miller y también en una miniserie de cuatro capítulos de título Batman: Europa, donde me ocupo de la primera entrega, las otras tres van a ser realizadas por artistas diferentes, pero esa es información “top-secret”.

-¿Qué impresiones le genera Crack Bang Boom, y un ámbito como nuestra ciudad?

-Es todo muy agradable. Es el tipo de actividad que lleva a que logremos darnos cuenta de la cantidad de gente que nos lee, de en cuántas partes del mundo el cómic es apreciado, algo que uno habitualmente olvida mientras dibuja en su casa.

También en Rosario/12 (24/10/2010)

domingo, 17 de octubre de 2010

CRACK BANG BOOM: 21 AL 24 DE OCTUBRE + Eduardo Risso (entrevista)


¡¡Un mundo de cuadritos a punto de estallar
!!


Crack Bang Boom promete mucho más que onomatopeyas. Dibujantes, conferencias, paneles, editoriales, presencias internacionales y muchas historietas.

Por Leandro Arteaga


Es el mes de las historietas, hay mucho para ver y disfrutar y todo que recién comienza. Hoy (17/10) tiene su día de celebración la Convención Dibujantes, durante todo el día en el Centro Municipal Distrito Sur Rosa Ziperovich. La muestra sobre revista continúa su paginar en el CEC. Y el fin de semana próximo, del jueves 21 al domingo 24, tendrá lugar el eje de la celebración: FierroCrack Bang Boom, Primera Convención Internacional de Historietas, organizada por el Centro de Expresiones Contemporáneas, Centro Cultural Parque de España, y Secretaría de Cultura y Educación de la Municipalidad.
Las onomatopeyas del nombre predominan y, vale destacar, con la gracia del dibujante Hugo Pratt. Fontanarrosa supo también notarlo, cuando refería que los tiros en las historietas del Sargento Kirk sonaban de manera distinta: “¡crack! ¡crack! ¡crack!”, decían los disparos.

“Las expectativas son muchas. Esperamos estar a esa altura y poder alagar a todos” comenta a Linterna Mágica/Rosario/12 el dibujante Eduardo Risso quien, además de gestor del proyecto, es uno de los nombres más buscados y premiados dentro del panorama internacional. Eisner, Harvey, Yellow Kid, son algunos de los galardones que su obra ha obtenido.
Crack Bang Boom surgió un poco desde la costumbre de ir y frecuentar convenciones y darnos cuenta de que en el país se podía hacer algo bueno. Estas actividades siempre se hacían en Buenos Aires, pero con la paradoja de que nunca había presencia editorial, solo comiquerías. De allí surgieron un poco mis ganas de comenzar a pensar en algo. Lo fui masticando con el tiempo y la oportunidad se fue dando, un poco a través de los contactos en el exterior: desde hace por lo menos seis años que les vengo machacando la cabeza a todos los que voy conociendo, llámense artistas o editores, ‘che, qué pasaría si un día te invitamos a la Argentina’. Llegó el momento y volví a convocarlos.”

Y los nombres son, por lo menos, extraordinarios. Desde ya, la presencia misma de tantos y tantos artistas argentinos –todos de relieve internacional- constituye un plantel de lujo: Cacho Mandrafina (Savarese), Horacio Altuna (Las puertitas del Señor López), Juan Sáenz Valiente (El hipnotizador), Juan Bobillo (Anita), Francisco Solano López (El eternauta), Ariel Olivetti (Avengers), Marcelo Frusin (Hellblazer), Leo Fernández (Punisher), Walter Paronzini (Cinnamon), y el infatigable y magistral Carlos Trillo, quien ha escrito para la casi totalidad de los dibujantes referidos.
Pero el plato fuerte, y que convierte a Crack Bang Boom en convención internacional, está dado por la participación inédita de luminarias como Will Dennis (editor de la línea Vertigo, de DC Comics), el escritor Brian Azzarello (colaborador usual de Risso), y los dibujantes Humberto Ramos (Spectacular Spiderman) y Jim Lee (X-Men, Batman, co-editor en DC Comics), la presencia más llamativa y seguramente convocante dentro de la convención.

-¿Cómo se organiza una actividad de tal magnitud?

-Lo cierto es que si no hay una presencia de un ente como el municipal o el provincial, sería muy difícil de llevar adelante, un poco por la logística que ellos manejan y que nosotros no tenemos, y también porque se trata de un evento cultural. Fui hablando por distintos canales y logré llegar a Pichi De Benedictis, que fue quien realmente se interesó en el proyecto. A partir de ahí fue tarea de convocar a uno y a otro, todos poniéndose la camiseta y sabiendo que había mucho esfuerzo que poner pero poco para repartir. Ésa fue la premisa. Este es un evento para la ciudad, nadie se va a llevar nada. Es la piedra fundacional, hay mucho para hacer y corregir pero poco para repartir. En un futuro creo que podrá convertirse en un evento del que todo el mundo pueda salir beneficiado pero, desde luego, el mayor beneficio es para la ciudad.

-¿Primera vez que Jim Lee viene a Argentina?

-¿Argentina? ¡Primera vez que viene a Latinoamérica! A Azzarello no hizo falta mucho para convencerlo porque es como mi socio. Pero quise traer también a un editor –Will Dennis es mi editor en DC- porque me parece importante. Sobre todo porque este editor ya tiene aquí a varios referentes y sabe que Argentina es un semillero potable, es por eso que con gusto accedió a venir. No pude convencerlo a (Juan) Sasturain [NdR: que también estará presente en la convención] para que viniese con el staff editorial de Fierro ni tampoco de revisar carpetas, algo que creo motiva a mucha gente que quiere acercarse a esta profesión. El público se va a sorprender ante la cantidad de artistas, hay muchos que vienen simplemente por las ganas de estar. Del exterior viene un grupo de brasileros que hoy está pisando fuerte en el mercado americano. Y vienen porque son amigos, porque tienen ganas de estar, de mostrarse aquí, así como también sucede con un grupo de artistas uruguayos. Lo interesante es que vamos a tener paneles formales e informales, con charlas de café en el bar del CEC, por ejemplo, como para salir un poco del esquema habitual. Creo que eso va a estar piola. Me voy a sumar a varias de estas charlas, junto con Altuna o con Trillo, como para sacarles chispas.

Risso comenta también acerca de la presencia del animé, del manga (animación e historieta japonesas, respectivamente) y el cosplay (interpretación de disfraces), “que hoy por hoy tienen mucha importancia, además de ser algo que viste a todo evento”. Se suma una muestra en el Parque de España, “referente a todos los autores invitados, con un catálogo hecho un poco en base a la gente que no es habitué de los cómics, pero que se va a encontrar con algo que los sorprenderá gratamente”.

Los ámbitos para el disfrute de Crack Bang Boom estarán dados básicamente por las instalaciones del CEC (Sargento Cabral y el río) y los túneles y galerías del Parque de España (Mitre y el río). El próximo jueves a las 17, en el Teatro Príncipe de Asturias de dicha entidad, tendrá lugar el homenaje al dibujante santafesino Juan Arancio, alguien que para quienes han crecido –y este cronista se cuenta entre ellos- leyendo las historietas de Anteojito o El Tony, resulta de una justicia indiscutible.

También en Rosario/12 (17/10/2010)

Descargar nota:
Linterna Mágica (01/10/2010).
Intervienen: L. Arteaga, L. Fernández Cívico, M. Abrach


Un profeta (2009, Jacques Audiard)


Profecías desde un mundo caído

Un profeta
(Un prophète)

Francia/Italia, 2009. Dirección: Jacques Audiard. Guión: Abdel Raouf Dafri, Nicolas Peufaillit, Thomas Bidegain, Jacques Audiard. Fotografía: Stéphane Fontaine. Música: Alexandre Desplat. Montaje: Juliette Welfling. Intérpretes: Tahar Rahim, Niels Arestrup, Adel Bencherif, Hichem Yacoubi, Reda Kateb, Jean-Philippe Ricci. Duración: 155 minutos. Solo disponible en DVD

Por Leandro Arteaga

Es una pena que se reitera la de tantos títulos que no conocen exhibición comercial, aún cuando podría haberse augurado lo contrario. Tal es el caso de Un profeta, último film del francés Jacques Audiard (El latido de mi corazón, Lee mis labios), que arrasara con los premios César del último año, ganara el Gran Premio del Jurado del Festival de Cannes, y obtuviese su nominación al Oscar en el rubro Película Extranjera.
Un profeta traza el recorrido penal de un convicto árabe en suelo francés. Malik El Djebena (soberbiamente interpretado por Tahar Rahim) es bisagra de un submundo corrompido, que conoce reglas alternas, solapadas por el manto social y policíaco. Anclaje entre sí –su soledad- y los corsos, quienes lideran a través de César Luciani (Niels Arestrup) el mundo carcelario. Un ir y venir de directivas que desnudan, de a poco, el funcionar hipócrita muros para adentro.
Por un lado, Un profeta es no-lugar asignado a los inmigrantes en territorio francés. La sociedad negada y reencontrada en la cárcel. Es en este sentido que algún discurso de Nicolas Sarkozy dejará escucharse, suficientemente, de boca de una periodista televisiva. Por otro lado, el micro-mundo carcelario es parábola de segregación étnica, que recuerda situaciones similares a las que ya expusiera el realizador norteamericano Spike Lee en películas como Fiebre de amor y locura (1991) o la notable Haz lo correcto (1989). Es así que la marginación no solo es asumida sino también practicada entre los mismos segregados.
Por ende, Un profeta es un film violento. No puede ser de otra manera. Malik buscará –si bien, obligadamente- la protección de César. Un bautismo brutal será el portal de ingreso. A partir de allí, muchas otras instancias de obediencia y de sumisión, mientras Malik obtiene, entre insultos y humillación, salidas diarias y un plan personal que irá cobrando forma de manera gradual.
Es esta gradación la que Jacques Audiard maneja tan hábilmente, porque es allí donde radica el entramado argumental y su narración. El espectador podrá hilvanar de forma paulatina, durante los 155 minutos del film, el proceder de Malik: ¿Hacia dónde se dirige? ¿Sus insultos son reacciones de impotencia o juramentos? ¿Alucina o predice?
Allí, entonces, el vínculo con el título del film, semblanza árabe en la que las visiones confluyen en una supuesta predestinación. Malik como traidor en uno y otro bando, como gestor de delirios místicos que no sabe muy bien qué significan o si realmente los soñó o si solo los recordó en el momento justo, como simples déjà vu.
Poca importancia tiene lo cierto de todo esto, siempre y cuando funcione como entramado de fe, como raigambre que unifique y perpetúe lo mismo de siempre, sistémicamente, en una cárcel que opera como engranaje sustancial de una sociedad igual de corrupta.

sábado, 16 de octubre de 2010

Predators (2010, Nimród Antal)


Infierno en el planeta Darwin


Predators
EEUU, 2010. Dirección: Nimród Antal. Guión: Alex Litvak, Michael Finch. Fotografía: Gyula Pados. Música: John Debney. Montaje: Dan Zimmerman. Intérpretes: Adrien Brody, Topher Grace, Alice Braga, Walton Goggins, Oleg Taktarov. Duración: 107 minutos.


Por Diego Barcia



Después de las prescindibles spin-offs y a la vez crossovers en el universo de Alien y de Predator, el hombre-orquesta Robert Rodríguez resucita, en calidad de productor, dignamente a la franquicia de los Depredadores. La misma que surgiera como un vehículo de acción para Schwarzenegger en 1987, y que tuviera una muy buena pero poco recordada secuela de S. Hopkins en 1990, cuyo fracaso en la taquilla fuera el principio de un largo sueño en el cajón de algún ejecutivo.
Paul W. S. Anderson, el mismo de la seguidilla de Resident Evil (o de la lamentable remake Death Race, 2008) hizo con Alien vs. Predator (2004) una mezcla bastante olvidable, por debajo del promedio de las series. La fórmula “monstruo vs. monstruo” siempre expresó en alguna medida el agotamiento temático. Que, por otra parte, ya se empezaba a dejar ver en Alien: Resurrection de J. P. Jeunet (1997). Por suerte Predators (cuyo título alude a la Aliens de James Cameron, segunda parte de la serie) tal vez signifique que los desprendimientos de estos personajes cesen de inmiscuirse en la continuidad de sus líneas ficcionales. A AvP le siguió Aliens vs. Predator: Requiem (2008), que haciendo gala del último recurso creó un híbrido entre las dos criaturas, emulando a la cuarta y última parte de Jeunet, en la que los genes de hombres y aliens se entrecruzaban pero, al menos, no resultaban en un puro efectismo visual.
Esta entrega es una especie de reboot o ‘relanzamiento’, porque ignora tanto las mezclas con Alien así como la secuela de la película original. Hay una referencia directa al blockbuster de “Arnie” y el canon que establece Rodríguez se construye sobre éste, solamente. Es una lástima que la película de Hopkins resulte excluida. (Su peor defecto: una especie de estereotipo racista sobre los “latinos”, a pesar de que su héroe principal era negro. Los tiempos cambian). Si bien la película se presenta como perteneciente a ese pseudo-género “de acción”, y no es innovadora, amplía los horizontes de sus predecesoras al aprovechar al máximo una buena idea de Rodríguez: ambientar la historia en un extraño planeta selvático, usado por los alienígenas enmascarados para el entrenamiento militar y el desollamiento de humanos “por deporte”.
Obviamente esto lleva a la carnicería rayana con el horror. Con aire a “serie B” en tiempos de Predator 2… hoy convertida en el estándar. Esta nueva parte lo cumple con logradas secuencias de persecución. El componente fantástico aporta lo suyo, aunque no presenta elementos desconocidos hasta ahora, excepto algún que otro animalito doméstico utilizado para la caza. (Por suerte no hay más que esto, ya que no quisiéramos ver alguna cruza supuestamente novedosa entre Arnold Schwarzenegger, un Alien y un Predator en la forma de un torso musculoso con una cabeza ovalada, con ácido como sangre, que fuma puros, se hace invisible y despide cada tiro con un “hasta la vista, baby”). Tanto es así que, en realidad, la criatura el Depredador es introducida como si se tratara de la primera vez. Acaso los guionistas tenían en mente a un público que no conocería (por edad u otros motivos extra-cinematográficos) los filmes de McTiernan y Hopkins.
El mérito consiste en que no se trata sólo de una lucha continua y sin respiros, sino también de un marco definido por una historia, lo que significa escenas con diálogos extensos, y la oportunidad para los actores de delinear sus personajes (mención aparte a la breve incursión de Laurence Fishburne). Por lo menos los diferentes caracteres tienen una razón de ser, un desenvolvimiento(frecuentemente imprevisto) y un sentido que redondea el sangriento hilo principal. Aquel que, como siempre en la buena ciencia-ficción, nos remite a la razón de ser de una otredad siempre inquietante: ¿somos, en realidad, tan diferentes al monstruo?
Las razones por las que estos protagonistas (liderados por el personaje de Adrien Brody) son raptados en la Tierra y lanzados a este horrible y despiadado laberinto de muerte se resumen en una sola línea, la que pronuncia Danny “Machete” Trejo: “Estamos en el infierno”. Muchas de las tácticas militares de las que son víctimas provienen de las guerras sucias que ellos practican en sus barrios. Son mercenarios, soldados, asesinos y mafiosos de las tríadas asiáticas. Cada uno a su manera se verá obligado a enfrentar al Depredador a través de una elección: seguir el juego hasta el final y ser moldeados a su imagen y semejanza, o tener la posibilidad de efectuar un mínimo acto de libertad más allá de la ley de la selva, para poder así recuperar su humanidad.
“Nosotros somos los depredadores” es uno de los dichos de Alice Braga, la única que sabe de antemano la calidad del peligro, la que está destinada a plantearle al resto la duda sobre la supervivencia a cualquier precio. El camino no podrá evitar las traiciones, puesto que los Depredadores no son las meras bestias ciegas de destrucción como el increíble organismo ‘biomecánico’ imaginado por H. R. Giger. No, ellos conocen un poco más la naturaleza de su presa.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Che. Un hombre nuevo (2009, Tristán Bauer)


Trazos de vida, de politica, de poesía


Che. Un hombre nuevo
Argentina/Cuba/España, 2009. Dirección: Tristán Bauer. Guión: Tristán Bauer, Carolina Scaglione. Investigación: Carolina Scaglione. Fotografía: Javier Juliá. Música: Jean-Jacques Lemêtre. Montaje: José María del Peón, Carolina Scaglione, Gabriel Golzman.



Ernesto Guevara como figura que nos narra desde un prisma social, epocal. El Che es personaje de aura mítica, hablado por tantos y tantos relatos, de carácter interminable. Siempre algo para decir. Y la película de Tristán Bauer como parte de ello.
Es entonces que la historia de vida de Guevara se reconstruye –también deconstruye- desde la consulta fílmica. Archivos revisados, cronológicamente ordenados, para dar cuenta de rastros, de huellas. Por allí –por aquí- pasó y estuvo aquél a quien la imagen nos traduce. Ícono de una ausencia, suma de palabras que, por habladas, rememoran y, así, reviven una vez y otra al que ya no está. La memoria como sustento en el film de Bauer.
Y si bien las palabras son habladas por otros –por Rafael Guevara, sobrino del Che, por el propio Bauer- es ese mismo ejercicio el que instala en ellos, en nosotros, la permanencia del que ya se ha ido. Más la magia siempre bella del cine: imágenes que simulan movimientos, voces que las acompañan, la ilusión de la muerte vencida.
Hay cantidad de material de archivo nunca visto, nunca oído. Por un lado, por parte del afecto de Aleida March; por el otro, desde la consulta a material hasta ahora secreto del ejército boliviano. Pero, por sobre toda otra cosa, lo que sobresale es la voz poética contenida en los diarios personales. Observar la caligrafía y sus correcciones, la buena redacción. La composición armónica de sonidos pensados entre selvas y sequedad. El afecto que moviliza las líneas, las letras, el pulso. La habilidad humana de pensar y dejar palabras escritas para luego ser descubiertas. Leerlas, otra vez, para revivir.
Es esto lo que se respira desde Che, un hombre nuevo. Un hombre poeta, filósofo, político, revolucionario. Capaz de leer en voz alta, de leer entre los disparos, de regalar poemas, de revertir dolores ajenos en propios. Libros inconclusos. Uno, en especial, en el que Guevara se dedica a revisar críticamente la doctrina comunista rusa, tan proféticamente cercana al capitalismo. Rasgos de un imperialismo que, según la propia dicción del Che, no tiene nación, de una confianza imposible.
En este sentido, hay imágenes cuya bestialidad permanece intacta, de una crueldad sin mella. Vietnam, dictaduras, golpizas, fanatismos, humillaciones. Nunca será suficiente el verlas, el golpe que provocan a la memoria es también vínculo presente, comprensión de un proceso histórico en actividad.
Che Guevara pasa a formar parte, de esta manera, de la galería de retratos de vida -de elecciones personales- que Tristán Bauer viene desarrollando junto con Cortázar (1994), Evita: una tumba sin paz (1997), Los libros y la noche (1999), Iluminados por el fuego (2005). Un relevo de memoria, de política, de arte. Che Guevara asoma, desde el film, como sinónimo de un umbral posible, de letanías poéticas, de presente político. Síntesis de mucho más que lo que el film puede exponer, mientras esboza trazos de una personalidad gigante y, humildemente, también pequeña, también cercana.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Lula, o Filho do Brasil (2010, Barreto, Santiago)


Héroe de la clase trabajadora

Lula, el hijo de Brasil
(Lula, o Filho do Brasil)
Brasil/Argentina, 2010
Dirección: Fábio Barreto, Marcelo Santiago.
Guión: Fernando Bonassi, Denise Paraná, Daniel Tendler.
Fotografía: Gustavo Hadba.
Música: Antonio Pinto.
Montaje: Leticia Giffoni.
Intérpretes: Rui Ricardo Díaz, Glória Pires, Juliana Baroni, Cléo Pires, Lucélia Santos, Marcos Cesana.
Duración: 130 minutos.



Será redundante señalar el carácter oportunista, coyuntural, del film Lula, o Filho do Brasil. Pero, para justificar lo que se escribe, es ésta la valoración inmediata a la que la película obliga. Algunas palabras obvias, de aquí en más, entonces.
Lula es un film que ficciona la historia de vida del actual presidente constitucional de Brasil, de mirada consecuentemente correcta. Lula es herramienta de política partidaria, las elecciones presidenciales inminentes en Brasil así lo corroboran. Lula es la imagen de Brasil hacia el mundo, primer mundo, su selección para competir por el próximo premio Oscar lo asevera. De todo ello, luego, la mirada de corrección política que agradará a públicos de latitudes distintas.
A la manera de héroe dickensiano, Lula personaje afrontará las vicisitudes de la miseria, la familia pobre, el padre golpeador, y los golpes de la vida. No se trata en esta reseña de negar los hechos y las situaciones reales en la historia de vida de Luis Inacio Lula da Silva –o de las simpatías o contradicciones que puedan compartirse respecto de su gestión política-, sino de entenderlas dramáticamente, como parte de la película que Lula, o Filho do Brasil es. En este sentido, el personaje Lula se desarrolla de cara al espectador de una forma modélica.
Modelo de una manera de entender el Brasil. Mirada explicativa, que traza su recorrido desde la periferia hacia la ciudad, desde el puesto de trabajo hacia el sindicato, desde allí a la presidencia. Con la madre como aura protectora infatigable, de palabras justas y guías. Lula –bajo la interpretación, por momentos mimética, de Rui Ricardo Díaz- sabe cómo enfrentar con sentencias valientes a la mirada militar, y también cómo desmarcarse de la peligrosa identificación comunista. Ni la izquierda ni la derecha, sólo un trabajador. Porque, al fin y al cabo, es el patrón quien nos da el dinero a fin de mes. Palabra del film.
Habrá que pensar esto, también, desde las figuras productoras que acompañan los credits iniciales. Lula, o Filho do Brasil no cuenta con ninguna subvención estatal, sino con el apoyo –y dinero- de un desfile interminable de empresas. Que la marca de la cerveza, entonces, se muestre ante cámara así como en cualquiera de los capítulos de las telenovelas de las tardes.
Lula personaje es un dechado de virtudes y sinceridades. Las contradicciones son apenas escollos que lo ratifican en los aciertos posteriores. Lula es el niño de mirada pícara, lustrabotas y vendedor de naranjas, nunca mentiroso, de escucha atenta a la madre. Estudiante, trabajador, huelguista aplicado. Sindicalista ejemplar. Rasgos, muchos de ellos, seguramente veraces. Mientras que en el film son acordes a una narrativa de heroicidad populista, de equilibrio social sistémico, donde Lula funciona como el engranaje más aceitado, como lugar de equilibrio para tantas iniquidades. Como carta de apuesta segura. El film, así, se asume como herramienta de difusión y propaganda. Nada más.