lunes, 26 de octubre de 2009

Identidad sustituta (Surrogates, Jonathan Mostow, 2009)

Una falla en el sistema

Identidad sustituta
(Surrogates)

EE.UU., 2009. Dirección: Jonathan Mostow. Guión: Michael Ferris, John Brancato, a partir del comic de Robert Venditti y Brett Weldele. Fotografía: Oliver Wood. Montaje: Kevin Stitt.Música: Richard Marvin. Intérpretes: Bruce Willis, Radha Mitchell, Rosamund Pike, Boris Kodjoe, James Francis Ginty, James Cromwell. Duración: 88 minutos.



Debo decir, particularmente, que el tema del “doble” me fascina. Desde tantos aspectos como sea posible. Qué mejor que pensarlo, en primera instancia, desde la sombra, desde el desdoblamiento oscuro, desde el otro yo. Las del cine expresionista alemán, tal vez, hayan sido las primeras sombras del cine en cobrar vida propia –conforme al historial demoníaco y seductor de su cultura-, para luego cruzar el océano y habitar las calles con lluvia del mejor Hollywood. El Hollywood noir. El desdoblamiento oscuro supo provocar, también, los mejores personajes de la ficción popular. Allí, entonces, Batman, morador de tinieblas oculto tras el rostro filántropo de un millonario aburrido.
La ciencia ficción traerá una nueva manera de hablar de lo mismo. Con otros problemas, con otras tecnologías, el robot aparece, gracias a plumas como las de Asimov, Bradbury, Dick, como lugar social ideal, como ámbito de problematización. El robot como esclavo sin alma, como objeto vuelto sujeto, como lugar de rebelión, como umbral de una virtualidad social completa. Baste señalar a Blade Runner (1982) como el mejor de los films sobre estas temáticas, además de ser tan noir como el mejor policial de los años cuarenta. Una obra maestra.
Matrix (1999) será la encargada de reemplazar, de modo dual, la sociedad entera. El oxímoron “realidad virtual”, cómo decirlo, existe. Aletargada en el seno tecnológico-materno que hubo de crear, la humanidad descansa su sueño eterno. La advertencia de J.G. Ballard es cierta: “vivimos en un mundo gobernado por ficciones de la más diversa índole: la producción en masa, la publicidad, la política conducida como una rama de la publicidad, la pantalla de TV” (…) “La ficción ya está aquí. La tarea del escritor es inventar la realidad.”
Y si bien Identidad sustituta no es un film maestro ni transgresor, su plasmación de este mundo doble, habitado por réplicas maquilladas y frías -mientras dormimos sueños virtuales y carcelarios en nuestros hogares-, nos devuelve este espejo de reflejos falsos. Las telepantallas (televisores murales, casi tan grandes como los actuales) del Fahrenheit de Bradbury reviven en el aislacionismo social y su narcolepsia.
Bruce Willis –o su doble- es el agente Tom Greer, encargado de dar con el paradero de un arma capaz de aniquilar al sustituto junto con su titiritero humano. Pero cuando la investigación lo exceda, Greer deberá entonces salir del placer de su hogar para enfrentar el mundo exterior. Ahora los golpes duelen y la muerte se respira más cercana, mientras un grupo terrorista, liderado por un negro/rastafari/árabe, amenaza con erradicar de una vez por todas este mundo de ilusiones.
Y si bien el film es convencional, tanto como su desenlace (seguimos extrañando el aura Blade Runner), tiene la virtud, por lo menos, de plasmar un momento antológico: la “boutique” de embellecimiento quirúrgico-facial, con su musiquita aborrecible y de consultorio, es un hallazgo. Allí acomodan, para el gusto del usuario, tantos pómulos como labios sean necesarios.

sábado, 24 de octubre de 2009

Radio Dossier: Elogio a Vincent Price


San Vincent
:


¿Qué más podemos decir que no te hayamos dicho? ¿Cómo más expresar la admiración que nos provocas?

Aquí, entonces, nuestra declaración de fe imperecedera. Acólitos para siempre en la verdad cormaneana de colores caídos del cielo.







Intervienen (con ofrendas): Arteaga, Bendersky, Tolj.

Emitido y pontificado por Linterna Mágica el 23/10/2009

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Vincent
Price Radio Dossier

Diego Sabanés: Mentiras piadosas (entrevista)


El juego entre lo familiar y lo inquietante



En el suplemento Radar del 18 de agosto, Rodrigo Fresán desvivía su comentario de elogios hacia Mentiras piadosas, primer largometraje de Diego Sabanés, a partir del cuento La salud de los enfermos de Julio Cortázar. Un gusto de ganas nos quedó latiendo y esperando por el estreno en nuestra ciudad. De mutuo e irresistible acuerdo con mi amigo y mentor Emilio Bellon, entonces, el diálogo con el director.


-¿Cómo asumiste la relación entre literatura y cine?

-Sentí que en Cortázar había un material muy potente para una película. Creo que lo interesante es cómo él siempre encuentra una especie de fondo difuso bajo la superficie de las cosas. Como cuando en invierno vas a una quinta y hay una pileta sin vaciar, con las hojitas y el agua estancada; y abajo no sabés si hay musgo, una paloma muerta, o el marido de la vecina que hace tres meses están buscando. Hay algo ahí que no sabés del todo muy bien qué es. Ese doble juego entre lo familiar y lo inquietante es lo que pensé podría hacer una buena película. Alejandro, en el cuento, muere en un accidente de tránsito, pero pensé en qué pasaría si la familia no supiera lo que realmente pasó, en alimentar la incertidumbre y que se construyera esta especie de aventura imaginaria de él en la distancia; dejar de lado la certeza del ocultamiento de su muerte a favor de la incertidumbre sobre su paradero real. A mí me parecía que esto era mucho más cortazariano.

-De hecho, el desenlace del cuento es ambiguo.

-Es muy sutil. Para capturar el espíritu de esa línea final hice toda una escena entera. La fuerza de la palabra de la literatura es muy difícil de traducir.

-Me gusta esto de ser fiel con “lo espiritual”.

-Absolutamente, y no serlo desde lo literal o ilustrativo. Nunca traté de filmar el cuento, sentí que había una historia y escribí un guión. Traté de abrir puertas hacia cosas sugerentes, que el lector pudiese completar. Y también creo que en Cortázar es muy importante su humor, en otras versiones sobre su obra se capturó más el aspecto psicológico o el tono solemne, pero se dejó de lado el sentido del humor. Hay algo de su escritura, en algunos de sus textos, que es muy irónico y que no muchas veces se aprovechó.

-Se nota un trabajo de guión muy intelectual, que no afecta en absoluto las actuaciones, al contrario, son muy verosímiles.

-Trabajamos mucho desde lo vincular, jugando un poco con las improvisaciones y con cómo era la vida en esa casa. Hay una especie de apertura al juego, cosa que Cortázar habilita desde su literatura. Hay un montón de escenas que no existen para la película pero sí para los personajes. Al contar con gente talentosa, que te aporta, se genera algo mucho más fuerte que el mismo guión. La película parece antigua porque utiliza recursos narrativos aparentemente en desuso, pero me pareció que ese anacronismo tenía que ver con el encierro y con el negarse a ver ciertas cosas para generar, así, una suspensión temporal. Para equilibrar, en los flashbacks utilicé un criterio completamente moderno: cámara en mano, colores distorsionados, cortes sobre el eje. Si bien la película empieza siendo más costumbrista, la cámara comienza a perder sus movimientos iniciales, las oraciones pierden verbos, la música se empieza a llenar de sonidos distorsionados. Como si la película fuera desgajándose, para terminar con la cámara fija y sin música. Quería concentrarme en lo contenido del cuerpo, en una época donde no había determinadas licencias para el contacto físico. También hay una doble interpretación: los actores están representando personajes que a su vez representan otra situación. Creí también importante que esa familia de la ficción, de alguna manera, fuese real. Para mí Marilú Marini, que es un ícono de los ’60, del Di Tella, la danza contemporánea y la vanguardia, fuese la madre de dos actores del teatro independiente de los ’90 (Claudio Tolcachir y Paula Ransenberg), y que la abuela fuese Lydia Lamaison, que es del teatro clásico; y que Walter (Quiróz), que tiene más exposición mediática, integrara la familia para darle una vuelta distinta, y que Víctor (Laplace) fuese su padre, y que la tía (Claudia Cantero) sea alguien que viene de otra formación, que trae una cosa fresca a la familia y con mucho humor.

Ver nota en Rosario/12 (12/10/2009)

Tierra sublevada: Oro impuro (Pino Solanas, 2009)


El dolor de la tierra malherida



Tierra sublevada, parte 1: Oro impuro
Argentina, 2009. Dirección, guión, voz en off: Pino Solanas. Imagen y cámara: Rino Pravato, Mauricio Minotti, A. Fernández Mouján, Pino Solanas. Montaje: Alberto Ponce, Pino Solanas. Duración: 91 minutos.




Subrayemos, desde el inicio, la celebración festiva que supuso la primera función de Cine El Cairo el jueves 15 de octubre. Las localidades se agotaron, el hall de ingreso rebosaba de gente y diálogo, la presencia de Pino Solanas, la calidad impecable de la proyección en 35mm, ¡y los avances! Antes del film de Solanas, los trailers nos prometieron: El último verano de la boyita, de Julia Solomonoff, y Una semana solos, de Celina Murga. Ambas víctimas de una sombría única semana de exhibición comercial. El Cairo las rescatará para la pantalla grande y, ya que estamos, ojalá también ocurra lo propio con ese gran film que es Mentiras piadosas, de Diego Sabanés, también opacado por la misma lógica comercial. Un cine público, qué bien.
Y sin dudas que son estos motivos los que han decidido a Solanas a estrenar su film en dicha sala. El Cairo cumplió así un rol fundamental: dar cabida a un título demorado en exhibición, y posibilitar el contacto entre el público. A fin de cuentas, todo film es un lugar político, por encuentro ciudadano y discusional. En este sentido, la temática de Tierra sublevada: Oro impuro, nos aboca de nuevo a esta tarea, cuyo marco lo ofrecen las películas que Solanas viene desarrollando desde 2004 con Memoria del saqueo.
En Oro impuro se respira algo de incontestable. Es decir, ¿quién podría oponer réplicas que desdigan lo que el film expone? Los recursos minerales son extraídos y robados de modo impune, a través de acuerdos con firmas de ex-presidentes -Carlos Menem, claro, entre ellos- y los votos, recordemos, de la propia ciudadanía. De todas maneras, las explicaciones delirantes existen, y el film nos expone sus rostros. La imagen nos evita la desmemoria.
En apenas noventa minutos, Solanas expone la situación, busca con la cámara los lugares y sus protagonistas, testifica la imposibilidad de ingreso en ámbitos privados, dialoga con la gente, y permite –sobre todo- nuestro ingreso a la discusión: el conocimiento del hecho es básico. El desinterés sobre el cuidado ambiental aflora, justamente, como consecuencia. Y tal vez uno de los testimonios más precisos sea el que señale el dolor que suscita “la indiferencia de la comunidad”.
Baste sintetizar todo lo que el film expone -desde su recorrido por las provincias de San Juan, Tucumán, Catamarca, Salta, La Rioja- en el trazado fronterizo que sufre actualmente la cordillera de los Andes. Un tercer estado donde se hace y se utiliza lo que se desea, sin necesidad de dar explicaciones o de control público alguno. Un disparate que lleva años mientras provoca daños irreversibles. El agua aparece allí como veta a explotar: su uso desmedido para lavar metales, su contaminación consecuente, y su control de cara al futuro.
La imagen del contraste entre la gran empresa que trabaja (enorme, imperial, reluciente) y los restos dejados por quienes ya han hecho lo propio (esqueletos de instalaciones, suelo lastimado, daños irreversibles) es otra de las maneras de demostrar, de forma simple, el argumento irrebatible al que aludíamos.

domingo, 4 de octubre de 2009

Traitor (2008, Jeffrey Nachmanoff)


Espionaje y terrorismo de poco vuelo


Traidor
(Traitor)
EE.UU., 2008. Dirección: Jeffrey Nachmanoff. Guión: Jeffrey Nachmanoff, Steve Martin. Fotografía: J. Michael Muro. Música: Mark Kilian. Montaje: Billy Fox. Intérpretes: Don Cheadle, Guy Pearce, Jeff Daniels, Saïd Taghmaoui, Neal McDonough, Alvy Khan. Duración: 114 minutos.


La bendita corrección política genera films, como de costumbre, complacientes y poco complejos. Y ello se nota cuando uno percibe cierto tufillo de prédica aleccionadora o bienpensante. Parecerá una comparación absurda, pero pensemos –por contraste- en un film maestro como La venganza de Ulzana (1972), del gran Robert Aldrich. Cuando la actitud de la época, por aquellos años, acostumbraba dulcificar la mirada sobre el indígena, Aldrich se descarga con una película (de sus mejores) en donde no hay intransigencia y donde la bestialidad anida en el ser humano, cualquiera sea su color de piel.
Todo este prólogo porque, si bien sin indios de por medio, Traidor se inscribe dentro del subgénero, digamos, del espionaje terrorista: células dedicadas a cultivar bombas islámicas que asolen la tranquilidad del hombre blanco. Desde el 11-S, el cine norteamericano no ha parado de mirar, de modo cómplice, el conflicto bélico. El terrorista inundó las pantallas, así como los indios de los westerns, para justificar desde la propaganda el quehacer oficial.
Pero dado el giro político en el escenario de EE.UU., podemos ahora encontrar otros discursos, algo distintos. Allí entonces, por lo general, la corrección política. Porque en Traidor poco hay de complejidad o tematización sino, antes bien, una mirada simplificada. Así como ocurre, también pero peor, en ese fresco de sopor insoportable que es Julie & Julia (2009, Nora Ephron), donde el macarthysmo y el “sueño americano” parecen explicarse desde el contenido de un paquete de manteca.
Podemos pensar Traidor desde la ambigüedad del título: su protagonista es alguien que, aunque ligado al quehacer terrorista, guarda otra historia que contar. Situación a la que arribamos de modo pronto, de forma tal que la ambigüedad desaparece. Porque Samir (Don Cheadle) adquiere este rótulo conforme a los ojos que lo miren, de acuerdo con el color de religión o de bandería política.
En otras palabras: Alá y Dios son la misma creencia, lo que ocurre es que el fanatismo genera monstruos. Aquí es donde podemos encontrar un matiz de mayor interés, más aún cuando descubrimos que uno de los guionistas del film es el cómico Steve Martin, quien nos adentra en una historia que se aleja de su buen humor habitual.
De todas maneras, Traidor no escapa a las frases fáciles, que escupen al hombre blanco atrocidades en nombre de la (su) democracia, así como la duda que experimenta el fanático religioso durante el transcurso de su tarea. Todo muy armado como para que el film asemeje una reflexión que no asume, más lo que significa el poco trabajo que del suspense se realiza. Porque narrativamente, para colmo, Traidor es aburrida.
Será por eso que el film de Aldrich sigue vigente como obra maestra, sin aleccionamientos ni retórica fácil. Rasgos que en Traidor encontramos como síntoma de un cine que ha hecho de ellos una pandemia.

viernes, 2 de octubre de 2009

Guía de Rosario Misteriosa (Coop. de Trabajo Animadores de Rosario, 2009)


Ciudad que despierta de noche


Guía de Rosario Misteriosa
Argentina, 2009
Animación de personajes principales: Diego Rolle, Alfredo Piermattei, Germán Malissia, Pablo Rodríguez Jáuregui, Pablo Cirilli.
Fondos: Sol Savoretti.
Música: Fernando Kabusacki.
Voces: Darío Di Meglio.
Composición y edición: Maia Ferro.



Las referencias al mundo de García Ferré las podemos encontrar desde el propio libro: gordo y sabedor. Es más, su voz seria también nos lo recuerda. No sólo a Petete: Calculín, Hijitus, Anteojito, aparecen desde guiños respectivos. Y todo ello como manera de adentrarnos en los misterios de una ciudad tan próxima como lejana en el tiempo. Rosario: un mundo animado por colores nocturnos.
Guía de Rosario Misteriosa es el primer trabajo que surge de la Cooperativa de Trabajo Animadores de Rosario Ltda., consecuencia de la tarea ya referencial que desempeña la Escuela para Animadores –dependiente del Centro Audiovisual Rosario-, que dirige desde hace tres años el realizador Pablo Rodríguez Jáuregui. El proyecto ganó uno de los subsidios del Ministerio de Innovación y Cultura de la Provincia de Santa Fe, fue estrenado durante el reciente Festival Latinoamericano de Video, y conoce ahora otra oportunidad desde una de las pantallas del Complejo de Cines Monumental.
Como decíamos, es un libro grande el que seduce al Inspector Bigotudo, investigador de lo desconocido, quien junto a su “pichichus” viaja a esta ciudad prometida para indagar entre sus brumas. Es así que el film se estructura episódicamente, con distintas piezas que –conforme al arte animado de cada realizador- encuentran su nexo en las correrías del Inspector. La caracterización de Bigotudo, su andar, la voz elegida (el notable Darío Di Meglio), comunican el logro de un personaje definido, capaz de ser recordado por el espectador para una, por qué no, próxima secuela.
Los edificios de Rosario despiertan desde fachadas que miran la noche, vientos inclementes todavía soplan desde tiempos idos, las aguas del Paraná adquieren maneras armónicas que son pura melodía, los fantasmas de tantas pantallas de cine hoy desaparecidas recorren errantes la ciudad (y se dan cita, agreguemos felizmente, en la ya recuperada sala El Cairo), más la música hipnótica de Fernando Kabusacki.
Todo ello nos dibuja una ciudad que vive de otra manera. Porque el film de Jáuregui y compañía es un disfrute. Rosario se transforma y abandona, por fin, los lugares comunes que tanto subrayan tantas otras propuestas. Como si atravesáramos el espejo para dejar de lado el reflejo y jugar a mirar distinto.
Esta travesía se complementa con juegos interactivos y el mapa respectivo. Porque Guía de Rosario Misteriosa está pensada como un proyecto más general, que se orienta a un público espectador comprendido entre los 8 y 12 años. Con posibilidades también áulicas. Y que podrán ser experimentadas por todo espectador, porque con la misma entrada del cine uno también se lleva el DVD del film. Todo por el mismo precio, con la intención de difundir la película y, gracias a las nuevas tecnologías, aumentar su potencial. Para quienes quieran consultar y descargar: www.rosariomisteriosa.com.ar y www.rosariomisteriosa.blogspot.com.

Entrevista a Pablo Rodríguez Jáuregui a propósito del pre-estreno del film: Rosario /12 (13/09/2009)