domingo, 19 de abril de 2009

Mundo alas (2009, Gieco, Molinar, Schindel)


Música y filosofía de vida

Mundo alas
(Argentina, 2009)
Dirección: León Gieco, Fernando Molinar, Sebastián Schindel. Guión: Fernanda Ribeiz, Fernan
do Molnar, Sebastián Schindel. Dirección musical: León Gieco, Luis Gurevich. Fotografía: Manuel Bullrich. Montaje: Ernesto Felder. Intérpretes: León Gieco, Carina Espina, Pancho Chévez, Alejandro David, Beto Zacarías, Demián Frontera, Maxi Lemos, Rosita Boquete. Duración: 85 minutos.


“Somos una familia rodante, como en el tema de León” dice uno de los integrantes de esta gira, de veras, mágica y musical. Mundo alas es el registro audiovisual del periplo que León Gieco continúa llevando adelante con músicos, bailarines, pintores -más fotógrafo y videasta- con capacidades diferentes. Como si fuese una road-movie (de hecho, lo es) en doble sentido: uno literal y rodante (rasgo nómade por siempre del rock) y otro más profundo y espiritual. Como si éste fuese uno de los muchos y bellos mensajes del alma de su artífice creador.
Porque quizá una de las mejores maneras de capturar al ánima de León Gieco sea desde la definición que mi amigo y colega Emilio Bellon hiciera: “León es un juglar”. Cantor y narrador de las historias de su alrededor, capaz de permitirse ser un puente (tal como él mismo lo dijera) entre los demás, para los demás. Pocas veces se ha visto un ejercicio de poesía tan cierto.
El film se plantea, entonces, como una gran aventura. La sorpresa de la noticia, los preparativos, los ensayos, las dudas, el salir a escena, la creación musical, el viaje, la camaradería. (Vemos a León poner en su valija la remera con el nombre de Charly García, amigo musical). La cámara alterna su mirada con el detrás de escena. La música de León acompaña y se enhebra, de a poco, con las músicas de los demás. Prestará entonces su letra a una melodía ajena. Articulará su música con las propuestas que surjan. Bailarines en escena darán cuerpo, y sobre todo alma, a la melodía. Todo ello sobre el escenario, lugar que es enclave para la reflexión y reelaboración posteriores.
La música, entonces, aparece como lugar de encuentro y confesiones. Las penas se traducen en sonidos y armonía. La expresión de cariño por el amigo aparece también allí, desde las líneas escritas por “Pancho” Chévez a su por siempre compañero y asistente motriz Beto (“gracias por nacer”, le canta). Un momento que vuelve vano cualquier tipo de reflexión desprovisto de emociones.
Quizá el momento más irónico y audaz lo constituya la visita a los estudios EMI, donde León presenta el afán pasional de sus músicos para la grabación del disco ante los argumentos “numéricamente factibles” de ejecutivos y asesores y cosas por el estilo. (El disco, de hecho, es una realidad que se encuentra en marcha. Hasta ahora podemos escuchar el tema Latidos, listo para su descarga libre desde el sitio www.mundoalas.com.ar.)
Mundo alas es, por eso, un espacio de comunión y construcción social. Pero no a la manera de sueños dispersos, sino como praxis cierta, que se lleva adelante y genera aún mayores y mejores consecuencias. Un film que es social y sensible y que se encuentra, sobre todo, pleno de amor rockero; rasgo de vida que, por musical, gira como un disco por derroteros siempre desafiantes: todos ellos una aventura nueva. Así como las que supieron vivir, por honra y honor, los mismísimos caballeros artúricos. León, también y cómo no, uno de ellos.

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