lunes, 27 de abril de 2009

El niño pez (2009), de Lucía Puenzo


El niño de un lago de espejos

El niño pez
Argentina/Italia/Francia/España, 2009
Dirección: Lucía Puenzo.Guión: Luc
ía Puenzo, sobre su novela homónima. Fotografía: Rodrigo Pulpeiro. Montaje: Hugo Primero. Música: Andrés Goldstein, Daniel Tarrab, Laura Zisman. Intérpretes: Inés Efrón, Emme, Carlos Bardem, Arnaldo André, Pep Munné, Diego Velázquez, Palomas Contreras Manso. Duración: 96 minutos.


Hay una historia dentro de la historia. Un niño pez que protagoniza un cuento de hadas. Encantamiento invocado que adormece de fábulas al niño, pero que también guarda secretos. El niño pez nos invita a recorrer su mundo acuático –desde los mismos títulos iniciales-, pero su pequeño relato encontrará las piezas faltantes a medida que el film –y sus otras historias- avancen. Una historia dentro de otra, decíamos.
Como un espíritu guía, el pez niño guarda la verdad. Sólo es cuestión de acompañar a Lala (Inés Efrón) en su derrotero, en su viaje a Paraguay y a ese lago pleno de brumas y sueños. Una vez sumergida –y nosotros con ella-, podrá entonces saber que el niño fantástico era cierto, tanto como el amor que la lleva a escapar, buscar y encontrar.
El film de Lucía Puenzo (XXY, su brillante ópera prima de 2007), basado en su novela homónima, se estructura desde diferentes líneas temporales, cruces que conforman interrogantes que gradualmente se resuelven, y que disparan el argumento hacia situaciones tanto más sórdidas como complejas. El amor entre Lala y Guayi (Emme) será pasible de entenderse desde tantos ángulos, tales como la procedencia social de cada una, sus entornos familiares, más la ominosa necesidad familiar –sea de un lado como de otro- de sostener un manto de apariencia funcional. Por parte de Lala, por ser hija de un juez, por parte de Guayi, por un padre preso de su personaje telenovelesco, condenado a reiterar solitario sus viejas líneas de galán rufián (Arnaldo André).
Como si la frontera entre las partes –la paraguaya y la argentina- oficiara de espejo: distintos lugares sociales pero perversiones similares (un guiño carrolliano guarda la cajita de video que cruza la frontera para pasar de manos entre las protagonistas). Guayi y Lala oscilan entre ambos lugares, escapan al sometimiento para construir algo diferente, para desahogar al niño pez que alimentara relatos de una infancia ya lejana. Si Guayi hubo de viajar –de cruzar el límite fronterizo- primero, será entonces el turno de Lala de desandar el mismo camino. El idioma, también, como otro de los elementos que se desdobla. La misma realizadora supo señalar, en una lejana nota en Página/12 (24/07/2004), que “el guaraní es uno de los idiomas más hermosos que existe porque tiene algo de canto de pájaros”.
Tanto el juez como el actor en decadencia –uno reflejo del otro, podemos pensar- esconden bajo su prestigio social historias similares, que sabrán esconder, en un caso, entre paredes que se revisten de medallitas y escarpines para un recuerdo vuelto mito, en el otro, a través de un aparato mediático que sentencia y resuelve desde sus pantallitas omnipresentes.
Serán, por ello, dos las veces en las que Guayi tendrá que saltar muros para huir. En un primer momento, desde su incipiente madurez –alterada para siempre-, en el otro, desde una resignación que Lala ayuda a vencer, mientras todo un cuerpo social corrupto, policial y punitivo, espera cultivar para aprovechar. El final feliz no corresponderá a las imágenes del film, sino sólo a esa virtud narradora que los cuentos de hadas habilitan. Queda a uno completar la historia y, si así se desea, liberar a sus protagonistas para siempre. Ojalá así sea.

domingo, 26 de abril de 2009

Radio Dossier: Some Like It Hot! (1959, Billy Wilder)


Uno de los mejores realizadores de todos los tiempos. Billy Wilder (1906-2002) fue parte constructora de lo que hoy conocemos como era dorada de Hollywood (genial, única, espejo en el que el Hollywood actual teme verse). En Una Eva y dos Adanes (Arg.) / Con faldas y a lo loco (Esp.) Wilder da rienda suelta a su gusto por las mascaradas y el trasvestismo. Jack Lemmon y Tony Curtis disimulan como pueden -¡pero vestidos de mujeres!- ante las curvas de Marylin Monroe. Más un Lemmon que, de a poco, comienza a tomarle el gusto a lo que le está ocurriendo.
Desenfadada como pocas. Obra maestra.

Emitido en Linterna Mágica el 24/04/2009
Intervienen: Fiorucci, Arteaga, Tolj, Bendersky, Milano; todos ellos, claro está, para nada perfectos.

Descargar Some Like It Hot Radio Dossier


El colectivo (2009, Edhasa), de Eugenia Almeida. Entrevista con la autora.


Colectivo indiferente,
personas indiferentes



El colectivo
Eugenia Almeida
Edhasa
Buenos Aires
2009
Argentina: $ 32.00

Resto del mundo: U$S 10.67


En El ángel exterminador (1962), Luis Buñuel dejaba que su peculiar fauna de personajes fuese víctima de sí misma. Luego de la fiesta, en aquel film nadie salía de la casa y nadie se preguntaba o cuestionaba lo que ocurría. Simplemente, continuaban con las nuevas reglas. Se naturalizaba lo extraño. Algo de ello, pude uno asociar, ocurre también en el pueblo pequeño de El colectivo, donde Eugenia Almeida (Córdoba, 1972) nos cuenta, entre otras cosas, cómo el colectivo –de repente y sin explicaciones- deja de parar a la entrada, así como la barrera de ferrocarril queda baja sin trenes que la justifiquen.
Un grupo de personas de todos los días, trabajadoras, curiosas –algunas- y prejuiciosas –muchas- son los partícipes de esta historia de rumores y, sobre todo, amaneceres oscuros. Son estos pequeños elementos –el colectivo que pasa de largo, el paso vedado- los que anuncian, por ello, tiempos extraños. El comisario no termina de entender lo que ocurre, las versiones respecto del prófugo no son claras, tampoco el proceder correspondiente, pero decide seguir fiel a su línea jerárquica. De todos modos, la mano quemada por distracción, roja y sensible, ya no puede saludar al militar superior. Es 1976. Pequeños gestos, síntesis mayúsculas.
Serán varios los que allí continúen con su hacer cotidiano como si nada raro ocurriese, donde los mensajes de radio dan informaciones encontradas, y donde las comadronas de barrio sabrán resolver tanta bataola desde su labia infame. Pero hay alguien a quien su salida demorada se le está volviendo estadía, mientras un grupo numeroso, como si se tratase de un espectáculo fellinesco, se reúne para ver cómo el colectivo pasa de largo ante su figura de abogado distinguido. Quizá uno de los mejores momentos del libro.
Más una pareja que debe huir, que se atreve a saltar la barrera limítrofe, suerte de fantasmas errantes de quienes se dice y se decide desde las palabras de todos. Cada uno acomodará lo que ocurra de acuerdo con sus costumbres. Pareciera que nada, entonces, se altera. Siempre habrá quien sepa explicar.
También hay una vía que separa mundos, modos de ser y de vivir. Qué escándalo será decidir vivir del otro lado, donde se viste y se habla de formas diferentes, donde se es víctima, dicen, de ladrones sin remedio.
Todo ello como micromundo, como hábitat funcional, como serpiente recién salida del huevo, lista para devorárselo todo.
El colectivo fue distinguido en 2005 con el Premio Internacional Dos Orillas, organizado por el Salón del Libro Iberoamericano de Gijón (España). Se ha publicado en España, Portugal, Grecia, Francia e Italia. Hace poquito leía a Umberto Eco, en su prólogo al Saint-Exupéry de Hugo Pratt, señalar que los escritores escriben para viajar o viajan para escribir. No como juego de palabras, sino como situaciones que se requieren. Así le ha ocurrido a la autora, invitada a participar de distintas actividades internacionales, y presta a la publicación de una segunda novela, La pieza del fondo, a editarse en 2009 por Edhasa y por Editions Métailié (Francia).

Entrevista con Eugenia Almeida
en Linterna Mágica (24/04/2009):
Descargar

martes, 21 de abril de 2009

Radio Dossier: Labyrinth (1986, Jim Henson)



La travesía de un laberinto como prueba, como desafío, como film absolutamente increíble y, sin dudas, de culto. Obra del gran Jim Henson (1936-1990), Laberinto es marionetas, gnomos, aventura, perversión y tanto más. Bowie, aquí, erigido como rey, signo distintivo que se corresponde, cómo no, con su rechazo verídico al título británico de "Sir": "gesto retrógrado y clasista", según el músico. ¿Cómo no admirarlo?

Emitido en Linterna Mágica el 17/04/2009

Intervienen: Arteaga, Fiorucci, Bendersky, y el deseo pecaminoso hacia la alguna -y gloriosa- vez voluptuosa Jennifer Connelly.

Descargar Laberinto Radio Dossier


Radio Dossier: Edward Scissorhands (1990)


Monstruo insigne, que queremos con el alma. Pequeña creatura frankensteiniana que llevamos dentro nuestro (¿quién no querría a Vincent Price como padre?). El joven manos de tijera (1990) quizá sea el film/personaje más emblemático de Tim Burton. Aquí una visita a ese castillo olvidado en la bruma, guarida de alguien capaz de crear esculturas heladas mientras nos recubre de nieve.



Emitido en Linterna Mágica el 17/04/2009


Intervienen:
Bendersky, Fiorucci, Petronilli, Arteaga, durante una noche de luna llena, nieve
, y muchos cuentos.

Descargar Edward Radio Dossier


domingo, 19 de abril de 2009

Mundo alas (2009, Gieco, Molinar, Schindel)


Música y filosofía de vida

Mundo alas
(Argentina, 2009)
Dirección: León Gieco, Fernando Molinar, Sebastián Schindel. Guión: Fernanda Ribeiz, Fernan
do Molnar, Sebastián Schindel. Dirección musical: León Gieco, Luis Gurevich. Fotografía: Manuel Bullrich. Montaje: Ernesto Felder. Intérpretes: León Gieco, Carina Espina, Pancho Chévez, Alejandro David, Beto Zacarías, Demián Frontera, Maxi Lemos, Rosita Boquete. Duración: 85 minutos.


“Somos una familia rodante, como en el tema de León” dice uno de los integrantes de esta gira, de veras, mágica y musical. Mundo alas es el registro audiovisual del periplo que León Gieco continúa llevando adelante con músicos, bailarines, pintores -más fotógrafo y videasta- con capacidades diferentes. Como si fuese una road-movie (de hecho, lo es) en doble sentido: uno literal y rodante (rasgo nómade por siempre del rock) y otro más profundo y espiritual. Como si éste fuese uno de los muchos y bellos mensajes del alma de su artífice creador.
Porque quizá una de las mejores maneras de capturar al ánima de León Gieco sea desde la definición que mi amigo y colega Emilio Bellon hiciera: “León es un juglar”. Cantor y narrador de las historias de su alrededor, capaz de permitirse ser un puente (tal como él mismo lo dijera) entre los demás, para los demás. Pocas veces se ha visto un ejercicio de poesía tan cierto.
El film se plantea, entonces, como una gran aventura. La sorpresa de la noticia, los preparativos, los ensayos, las dudas, el salir a escena, la creación musical, el viaje, la camaradería. (Vemos a León poner en su valija la remera con el nombre de Charly García, amigo musical). La cámara alterna su mirada con el detrás de escena. La música de León acompaña y se enhebra, de a poco, con las músicas de los demás. Prestará entonces su letra a una melodía ajena. Articulará su música con las propuestas que surjan. Bailarines en escena darán cuerpo, y sobre todo alma, a la melodía. Todo ello sobre el escenario, lugar que es enclave para la reflexión y reelaboración posteriores.
La música, entonces, aparece como lugar de encuentro y confesiones. Las penas se traducen en sonidos y armonía. La expresión de cariño por el amigo aparece también allí, desde las líneas escritas por “Pancho” Chévez a su por siempre compañero y asistente motriz Beto (“gracias por nacer”, le canta). Un momento que vuelve vano cualquier tipo de reflexión desprovisto de emociones.
Quizá el momento más irónico y audaz lo constituya la visita a los estudios EMI, donde León presenta el afán pasional de sus músicos para la grabación del disco ante los argumentos “numéricamente factibles” de ejecutivos y asesores y cosas por el estilo. (El disco, de hecho, es una realidad que se encuentra en marcha. Hasta ahora podemos escuchar el tema Latidos, listo para su descarga libre desde el sitio www.mundoalas.com.ar.)
Mundo alas es, por eso, un espacio de comunión y construcción social. Pero no a la manera de sueños dispersos, sino como praxis cierta, que se lleva adelante y genera aún mayores y mejores consecuencias. Un film que es social y sensible y que se encuentra, sobre todo, pleno de amor rockero; rasgo de vida que, por musical, gira como un disco por derroteros siempre desafiantes: todos ellos una aventura nueva. Así como las que supieron vivir, por honra y honor, los mismísimos caballeros artúricos. León, también y cómo no, uno de ellos.

martes, 14 de abril de 2009

Max Cachimba (entrevista)


Entre la espontaneidad y la obsesión




Protagonista de dos muestras en actividad, el dibujante rosarino Max Cachimba desparrama su arte entre galerías, páginas de historietas y patos depravados. “Una cosa muy personal es que no tolero la tragedia”, sostiene desde la palabra y cada una de sus imágenes.


Max Cachimba es genial. Seguramente, cuando el dibujante lea estas líneas, adoptará una pose huidiza, humildemente al margen de tamaña descripción. Pintor, ilustrador, animador, músico y, desde no hace mucho, artista de varieté ambulante (al ritmo del cha-cha-cha y la habanera), Max Cachimba (seudónimo de Juan Pablo González, 1969) ha delineado un mundo hipnótico y alegre, habitado por pollos bailarines, teteras que sonríen, enanos de jardín, y cornetas sopladas por el culo. El singular ratón conductor del exitoso programa Cabeza de ratón (próximo a iniciar su segunda temporada por canal 5) es uno de los muchos habitantes surgidos de su fauna particular.
“La verdad es que comencé dibujando como cualquier niño”, nos cuenta, “como una cosa divertida”. “También leía mucho, por gusto y entretenimiento. Me interesaba poder contar, con el dibujo y algunas palabras, una historia; es por eso que, básicamente, me interesó mucho la historieta, tanto como autor y como lector. Yo leía una historieta y entonces me interrogaba acerca de cómo estaba armada, de cómo se hacía; fue una especie de aprendizaje que después, puesto a hacer mis propias historietas, me daba un montón de recursos que ya tenía vistos. Copiaba y observaba cómo se resolvían ciertas situaciones.”
Lo cierto es que Max arriba al mundo de los cuadritos desde el ya iniciático concurso que la revista Fierro [que actualmente ha relanzado Página/12, bajo la coordinación de su director original Juan Sasturain] realizara en 1984, lugar del que surge a la luz pública, también, el escritor Pablo de Santis, con el que Cachimba sabrá colaborar luego en la historieta Rompecabezas y en el libro Transilvania Express (ambos editados por Colihue).
“La Fierro es como una revista que apunta a cierto conservadurismo, porque va a recordar una y otra vez todo tipo de eventos pasados, creo que un poco por lo que es la historieta, que tuvo su época de oro hace mucho tiempo. Lo del concurso, en su momento, me sorprendió por ganar un premio que me parecía inverosímil. Inclusive -es una idea que tengo- creo que lo gané por ciertas cualidades o propiedades que ni siquiera estaban en ese trabajo puntual, como si fuesen más especulativas. Sí había algo fluido en lo narrativo, con cierto desparpajo, pero era más potencial que verdadero.”

¿Esa espontaneidad es algo que te planteás o que simplemente se da?
-Simplemente se da. En realidad me siento bastante conservador en todos los aspectos. Soy medio obsesivo y cuidadoso con muchas cosas, con la escritura, con la narración, pero no puedo entender cómo todo eso se transforma para que alguien lo pueda ver como “novedoso”. En realidad, creo que tiene que ver con ciertas referencias que tengo.

¿Y cuáles son?
-Muchas, me interesan muchas cosas. Siempre voy trabajando sobre lo que me gusta. No se trata de inventar nada nuevo, todo tiene que ver con algo que ya se hizo antes, por eso digo que en algún punto soy conservador, me gusta retomar o citar a partir de lo hecho. No es mi intención hacer cosas innovadoras.

¿Cuál era tu lectura durante la niñez?
-Leía Billiken y Anteojito. También mucho las revistas de Columba [El Tony, D’Artagnan, Fantasía], que fueron mi escuela de historieta. Todo lo que aprendí fue a través de las revistas de Columba, más alguna otra cosita que ya vi de grande, en alguna revista española. Sí ignoré durante mucho tiempo a los clásicos norteamericanos. El underground es una de mis referencias esenciales, pero ésas son cosas que ya conocí después.

¿Y cómo llegás a la pintura?
-La decisión adulta de pintar o de hacer una historieta tuvo que ver con los circuitos y los mercados. Algo para publicar en la gráfica es inseparable de aspectos como la venta, la distribución, con si se va a mostrar de cierta manera. Lo mío es producir imágenes. Inclusive dentro de la pintura, sigo siendo bastante narrativo. Mis pinturas son imágenes que, de alguna manera, cuentan cosas. El trabajo íntimo, creativo, es bastante parecido en ambos casos. En la historieta, por ahí, tengo que ser más enfático, contar con cierta precisión, o ser capaz de redondear una historia; en la pintura todo puede ser más difuso, puede haber algo que tenga que ver más con el color o con la forma, además de la anécdota. Pero, básicamente, el tema de hacer funcionar a la historieta y a la pintura tiene que ver con una actividad de gestión. Cada uno implica diferentes procedimientos de trabajo. Aunque creo que no puedo dibujar más historietas, ya estoy grande y las historietas necesitan muchas energías. Creo que se me acabaron las ideas.

No estoy de acuerdo pero, a propósito, ¿cómo se fue gestando la fauna que habita tu mundo de imágenes?
-Todo ese mundillo imaginario debe simbolizar algo, pero yo no sé qué (risas), eso se ve desde afuera. De todas maneras, siempre cito un montón de referencias caprichosas, arbitrarias, incidentales, que son todo lo que me gusta. Para mí, esa especie de mundo subjetivo es una cosa natural, que me sale espontáneamente.


Muestras alla Max

-“Yo no tengo pesadillas… yo las genero" es la muestra colectiva que reúne trabajos de Max Cachimba, Mery Cuesta (España), Powerpaola (Bogotá), Lucas Nine (Bs. As.), entre otros, curada por Pauline Fondevila (Francia). En el espacio de arte Oficina 26 (oficina 26 de la planta alta del Pasaje Pam - Córdoba 954). Lunes a viernes de 16 a 20 hs., hasta el 17 de abril.
-“Bienvenidos a la luna”, muestra seleccionada por Max Cachimba con obras propias y de Daniel García, Silvia Lenardón, Virginia Negri, Mariana Tellería, entre muchos más. Hasta el 26 de abril en Galerías del Centro Cultural Parque de España.

Ver nota en Rosario/12 (11/04/09)

Wolke 9 (2008), de Andreas Dresen


La trágica decisión

de amar

Nunca es tarde para amar
(Wolke 9)
Alemania, 2008
Dirección: Andreas Dresen.

Guión: Andreas Dresen, Jörg Hauschild, Laila Stieler, Conny Ziesche.
Fotografía: Michael Hammon.

Montaje: Jörg Hauschild.

Intérpretes: Ursula Werner, Horst Rehberg, Horst Westphal, Steffi Kühnert.
Duración: 98 minutos.


De manera casi brusca Nunca es tarde para amar nos envuelve desde su mismo inicio en el sexo y la pasión de los amantes. Palabras que son excusas, situaciones que preludian aquello que ambos saben que quieren y, cuando lo encuentran, lo disfrutan a pleno, vitalmente, desprejuiciadamente.
Será algo del mismo desprejuicio citado lo que coloque al film del alemán Andreas Dresen como uno de los raros títulos que se atreve a indagar en una historia sentimental, afectiva y sexual, cuyos protagonistas rondan los setenta años de edad. Elemento que permite contrastar el “modelo afectivo” que el mismo cine -el más comercial- postula desde figurines siempre jóvenes, atentos a los dictados de la moda y el mercado.
Desde esta sinceridad primera, la película de Dresen puede entonces internarse en los conflictos de sus personajes, porque el candor inicial –que continuará, que nunca será molestia sino celebración de los cuerpos- ya nos ha predispuesto hacia la suerte de sus protagonistas, motivo del drama por venir, enclave que nos lleva hacia la realidad de pareja y de soledad del triángulo amoroso que forzosamente surge.
Inge (Ursula Werner) oscilará entre diferentes opciones, entre los treinta años de pareja y el redescubrir sentimental. Entre el tesoro secreto que significa el amor nuevo y la tortura interna que le provoca. Podremos, entonces, conocer lentamente a los personajes y entenderlos desde los fragmentos de vida que nos dejan vislumbrar. Todos ellos, eso sí, llenos de afecto y de sexo, con cuerpos tan humanos como el de cualquiera y, tal vez, mucho más sexuales que la mayoría de los cuerpos artificiales y puritanos que la marquesina publicitaria y mediática nos vende.
Podríamos, quizá, hermanar el discurso del film y su atención sensible con aquel otro título tan bello como sus personajes, nos referimos al film Marius y Jeannette (1997), del francés Robert Guédiguian, con protagonistas simples y trabajadores, también ajenos a esplendores de aluminio. Y, cómo no, recordar de qué manera Elsa y Fred (2005), de Marcos Carnevale, supo enhebrar una historia desde intérpretes avejentados y radiantes de afecto.
Pero esta situación de descubrir afectivo, que tanto celebra Nunca es tarde para amar, también será motivo de situaciones críticas, límites; momentos cruciales que deberán enfrentar sus personajes para recordar que, así como alegría, el amor es también posibilidad de dolor. Es allí cuando lo amargo emerge y no nos deja tanto oxígeno como el que creíamos tener. Cuando el sentido no aparece, cuando el sostén no está porque, quizá, nunca fue lo suficientemente veraz.
Nunca es tarde para amar obtuvo el Premio del Jurado del Festival de Cannes y su director y actriz han sido premiados en diferentes festivales de Europa; vale la pena también destacar que ha sido uno de los títulos elegidos durante la realización del reciente Bafici, Festival de Cine Independiente de la ciudad de Buenos Aires.

miércoles, 8 de abril de 2009

Knowing (2009, Alex Proyas)


Números predictivos y un mundo que se desmorona


Cuenta regresiva
(Knowing)
Australia, 2009. Dirección: Alex Proyas. Guión: Ryne Douglas Pearson, Juliet Snowden,
Stiles White. Fotografía: Simon Duggan. Montaje: Richard Learoyd. Música: Marco Beltrami. Intérpretes: Nicolas Cage, Chandler Canterbury, Rose Byrne, D. G. Maloney, Lara Robinson, Nadia Townsend. Duración: 121 minutos.


Hagamos caso omiso, si se puede, respecto de esa especie de efigie estatuaria y ralentada desde la que construye sus personajes el actor Nicolas Cage. Existen un par de excepciones, convengamos. Pocas pero buenas. Pensemos en Educando a Arizona, Adiós a Las Vegas o, sobre todo, en la magnífica El ladrón de orquídeas. Pero son sólo casos aislados. La norma nos dice que el sobrino de Francis Coppola sabe cómo resultarnos anodino y exasperante.
Pero decíamos, justamente, de correr un velo ante este preconcepto y atrevernos a la propuesta de Cuenta regresiva, film con el que su realizador, Alex Proyas, nos devuelve un cine afín al de sus primeros títulos: El cuervo (1994), film de culto maldito que supuso la muerte de su protagonista, Brandon Lee; y Ciudad en tinieblas (1998), cuya propuesta noir sobrecargada -pero atractiva- terminaba por atentar contra el mismo argumento. (Dejemos de lado aquel despropósito que respecto de la novela de Isaac AsimovYo, robot- Proyas filmara con el actor Will Smith).
La acción de Cuenta regresiva nos sitúa en plenos años ’50, en una escuela donde la maestra propone a sus alumnos, de cara a los niños del nuevo milenio, dibujar el futuro que imaginan para depositarlo dentro de una cápsula del tiempo. Sólo la pequeña Lucinda no respeta la consigna y desarrolla una extensa carta numérica, sumida en un transe que la obliga, incluso, a escribir con sus propias uñas y sangre. Es este sobre el que recibirá, cincuenta años después, el hijo del profesor John Koestler (Nicolas Cage).
A partir de allí, el interés inexplicable que el mensaje cifrado genera. Como si fuese un imán que involucra a su portador dentro de una incógnita a develar. Situación que terminará por provocar un desafío casi delirante que, merced a la depresión alcohólica que significa el amor fallecido, sumerge al profesor en una búsqueda de distracción pero, luego, de paranoia.
Los números guardan fechas claves en las que acontecieron desastres y atentados puntuales. El que primero surge y de modo obvio, sea tanto para personaje como espectador, será el de las Torres Gemelas. A partir de allí la correlación entre las demás fechas y los números, mientras son otras las cifras que prometen desastres similares, eslabones que, parece, determinarán un apocalipsis final.
Y aún cuando la premisa del film resulte de interés dudoso, lo cierto es que a medida que Cuenta regresiva nos envuelve en su misterio, es capaz también de generar ciertas sorpresas que la distinguen de títulos con temáticas similares. Más la omnipresencia de los misteriosos hombres que susurran y seducen a los niños protagonistas del relato, sea a través de sueños o de apariciones neblinosas. Todo ello de cara a una apoteosis última que, en sintonía con prédicas actuales ligadas al ecologismo, le permiten al film funcionar de manera creíble.
En este sentido, Cuenta regresiva se distingue por un clima de época que la hermana con otras propuestas tales como la remake de El día que la Tierra se detuvo (2008). Ante el nuevo panorama político estadounidense, el extraterrestre ha dejado de ser una amenaza para el cine de ciencia-ficción, tal como lo entendió –paradójicamente el mismo realizador de ET y Encuentros cercanos del Tercer Tipo- Steven Spielberg en Guerra de los mundos (2005). El fantasma del terrorismo, en este sentido, será uno de los miedos sociales que el profesor Koestler deberá superar. El atentado deja de ser la razón de los problemas. Será por ello significativo que el primero de los accidentes –ya no sabotaje ni, decíamos, atentado- que habrá de ocurrir tenga por víctima a un avión (situación que el film resuelve de modo impactante).
El otro aspecto que recorre la propuesta de Cuenta regresiva, aún cuando lo haga desde la simpleza que permite el cine norteamericano, es la reflexión sobre el avatar de los acontecimientos como resultado de un azar puro o de un determinismo absoluto. La mirada final, con el acento puesto en el nuevo inicio, parece elegir entre una de las dos opciones.

Monstruos vs Aliens (2009, R. Letterman, C. Vermon)


Imágenes que desbordan la pantalla


Monstruos vs Aliens
(Monsters vs Aliens)
EE.UU., 2009. Dirección y guión: Rob Letterman, Conrad Vermon. Montaje: Joyce Arrastia, Eric Dapkewicz. Música: Henry Jackman. Voces: Reese Whitherspoon, Hugh Laurie, Kiefer Sutherland, Will Arnett, Rainn Wilson, Paul Rudd. Duración: 94 minutos.



Dejemos que la nota se nos escape hacia el atractivo mayor, es decir, hacia la posibilidad que significa poder descubrir –o revivir- la experiencia del cine en 3D. Porque Monstruos vs Aliens es el título de la factoría Dreamworks (de Steven Spielberg, cuya guía animada es el film Shrek) con el que el sistema en tercera dimensión aterriza, sorpresivamente, en nuestra ciudad.
Será, entonces, menester también señalar que el ritual del ingreso, los lentes bicolores (aunque ya diferentes, no como uno los conocía), y la expectativa de las primeras imágenes, fueron los mejores ingredientes para el disfrute del espectáculo. Como así también será necesario decir que, de acuerdo con lo reseñado en tantas y tantas notas de diferentes medios volcados al cine, la calidad de la proyección resulta impecable y acorde con las promesas.
La nitidez de la profundidad de campo en la imagen (todo aquello que está en foco dentro del cuadro) es plena. El nuevo 3D –que ha superado problemas pasados, provocadores de mareos y náuseas- constituye un espectáculo sólido pero, vale la pena recordar y subrayar, sólo destinado al disfrute de cierto tipo de cine (acción, efectos digitales y entretenimiento) y de cierto tipo de público (el que, sobre todo, dispone del dinero necesario –mucho más caro que el habitual- para el ingreso).
Desde un parecer personal, lejos de significar un descubrimiento cinematográfico –el 3D ha sido un experimento fallido para el cine, como uno de los tantos artilugios destinados a competir con la televisión-, el 3D es síntoma de una industria que ve palidecer cada vez más el ingreso de público a las salas. Ello no mengua, en absoluto, la diversión que supone experimentar un film con tales características, aún cuando las copias deban escucharse en un forzoso castellano, ya que la lectura del subtitulado supondría un esfuerzo visual extra. Valdrá destacar, en esencia, el asombro del público ante estas imágenes que pugnan por brincar desde la pantalla hacia la propia butaca. (Algo que, reconozco, supo aterrarme allá lejos en el tiempo, durante la proyección de Tiburón 3D en El Cairo).
Y respecto del film que nos ha dado la excusa, decir que, por lo menos, resulta más simpático que muchos otros. Aunque no por ello menos efectista. Monstruos vs Aliens se sitúa dentro del mismo marco cinematográfico de la mayoría de sus películas hermanas (Madagascar, Bee-Movie, El espantatiburones): personajes simples, humor fácil, guiños rápidos al cine o la televisión actual. Sí nos llama más la atención –y el afecto- el vínculo de sus “monstruos” con las correspondientes contrapartes cinematográficas, la mayoría de ellas conocedoras de este mismo sistema de exhibición: The Blob (1958), Godzilla (1954), El monstruo de la laguna negra (1954), El ataque de la mujer de 50 pies de altura (1958), más los rasgos alla Vincent Price del Dr. Cucaracha, uno de los intérpretes más recurrentes –y excelentes- en la efímera historia del cine 3D (Museo de cera-1953, The Mad Magician-1954, entre muchas otras).

sábado, 4 de abril de 2009

Radio Fantástica #3: Tarzanes apócrifos


Continuamos con el análisis y mirada -admirables- que Carlos Abraham nos propone sobre el género fantástico en Latinoamérica. En este caso, es el turno del Hombre-mono versión Tor. Una rareza que muchos recuerdan
y pocos atesoran.


#3 (Lint. Mágica, 03/04/09)
Editorial Tor. El éxito de Tarzán en Argentina. Los “tarzanes apócrifos” de Tor. Rodolfo Bellani y sus andanzas nómades y literarias. The Burroughs Bulletin.

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Blogs de Carlos Abraham:
http://museodeliteraturapopular.blogspot.com/
http://lanovenamusa.blogspot.com/
http://nautiluscf.blogspot.com/

Radio Dossier: Les triplettes de Belleville (2003, Sylvain Chomet)


No hay caso. Las trillizas de Belleville nos generó un cariño inmediato. Sylvain Chomet, su realizador, se nos ha vuelto tan insusituible como admirable. ¿Será por el gusto reverencial hacia Jacques Tati? Basta ver el film para disfrutar para siempre. Una y otra vez.

Emitido en Linterna Mágica el 03/04/2009
Intervienen: Esteban Tolj, Diego Fiorucci, Pablo Colaso, Manuel Bendersky, Leandro Arteaga, y aquella bailarina negra, de pollerita de bananas, con los zapatos de Fred Astaire brincando a su alrededor.