jueves, 12 de marzo de 2009

El espectáculo del vampiro (2001, Richard Laymon)


Una demente feria de tinieblas


El espectáculo del vampiro
Richard Laymon





Titulo original: The Travelling Vampire Show

Premios de la novela: Bram Stoker (2001).
Autor: Richard Laymon
Traducción: Olga Martínez Yuste
Fecha de publicación: noviembre de 2008
Formato: 23 x 15 cm
Encuadernación: Rústica con solapas
Páginas: 384
PVP: 21,95 €
ISBN: 9788498004274
Colección: ECLIPSE Nº: 44
Género: Terror
Otros idiomas: más de quince



Será consecuencia del simple avanzar de la acción -entre cantidad de conversaciones o disquisiciones, más el recuerdo de que lo leído y por leer ocurre sólo durante la tarde y noche de un mismo día-, que uno no termina por darse cuenta de que, de pronto, luego de tantas páginas, el espectáculo del vampiro inicia.
Y cuando inicia, todo el extenso reparo en sus personajes principales –tres adolescentes amigos, separados por breves manzanas dentro del pueblito rural de Grandville en 1963- adquiere un redimensionamiento todavía mayor, ligado ahora al más puro deleite gore, sádico y sexual. Pero vamos por partes.
Richard Laymon (1947, Chicago – 2001, California) ha obtenido con esta novela el premio Bram Stoker del año 2001. Es el mismo responsable de toda una extensa bibliografía que se inicia desde la discutida, y ya clásica, El sótano (Martínez Roca, 1984), más una lista de novelas con las que, entre diferentes nominaciones, lo han sabido situar como un autor de culto dentro del género del terror.
En El espectáculo del vampiro, que La Factoría de Ideas nos aporta por primera vez en idioma español, nos encontramos con una especie de crónica del crecimiento y descubrir sexual, desde un prisma que, las más de las veces, se tiñe de perversión. Todo ocurre a partir de la inminente visita de un espectáculo itinerante, más su promesa de mostrar, para regocijo y horror del público, a la única vampiro en cautiverio. No sólo los chicos dejan seducirse de modo inmediato, sino que la imposibilidad de asistir por no tener los suficientes 18 años los moviliza a encontrar otros medios.
El primer peldaño será acercase al llano Janks, lugar donde el circo del horror tendrá lugar. Ir a una hora temprana, observar preparativos, pero sobre todo con el fin de poder observar, aunque sea apenas, a Valeria, vampiro que, según se dice, irradia hermosura.
Sabemos que el vampiro, como figura recurrente en la narrativa, encierra secretos que significan de diferentes modos. Que desde el mirar del niño apenas crecido, podemos arriesgar, se vinculan con el descubrir sexual, la primera sangre, la perversión, la muerte, y tanto más. Todo ello lo señalamos porque cuando asistamos al show prometido –desde el cual Laymon, ténganlo seguro, no nos defraudará- habremos de saber pequeñas historias anteriores, algunas macabras, otras aún más terribles, como la que guarda el porqué del nombre Janks para este llano maldito, preñado de vidrios salientes y fosos donde caer. Allí donde retazos de niños ardían para ser saboreados.
Dwight, Rusty y Slim. Dos niños y una niña. Con ardores que los cambian, los unen y distancian. Amistad que se tiñe de romance, más cuerpos que crecen, estiran, embellecen o, por obesidad, deforman. Dwight descubrirá en Slim, pequeña mujer de suavidades ya presentes, un mirar distinto. Rusty, en cambio, pareciera hacer todo lo correcto como para ser desagradable en grado extremo. Más una hermana casi más insoportable, que compite por el amor de Dwight, nuestro guía en este relato donde asistiremos tanto a su heroicidad como a su voyeurismo ante la bikini de pechos pequeños de Slim o ante el cuerpo de infarto de Lee, su cuñada.
Es decir, en El espectáculo del vampiro se conjuga una extraña capacidad narradora de entretener, asustar, enaltecer y pervertir. Porque si bien Dwight sabrá dónde poner su cabeza ante el apremio de la acción, ante lo moralmente correcto, no dejará por ello de observar con lujuria disimulada la pequeñez de la camisa femenina o de ser víctima de la mixtura enrarecida entre el miedo a morir y una erección imparable sobre el cuerpo de Lee. Junto con un proceder que, aún cuando lo sitúe de modo, a veces, heroico, no será del todo intachable. Menos aún cuando observe con gusto –habrá de reconocer- la paliza que Rusty propicie a su pequeña hermana. Quizá sean éstos los momentos más incómodos en el libro de Laymon y, por ello, los mejores.
Recordemos, todo ello durante el transcurso de un día. Luego del cual las vidas de todos los partícipes habrán de cambiar de manera irrevocable. Sabremos habernos dado cuenta, entonces, de que fuimos testigos de una debacle oscura, que ocurrirá desde el proceder individual de cada personaje, y que hará asumir al vampiro del espectáculo la forma que cada uno de ellos elija modelar.
En suma, una gran novela de horror.

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