sábado, 7 de marzo de 2009

Muerto hasta el anochecer (2001, Charlaine Harris)


Las increíbles vicisitudes

de Sookie Stackhouse

Muerto hasta el anochecer
Charlaine Harris

Titulo original: Dead Until Dark
Premios de la novela: Anthony (2002), Nominada al Locus (2002), Nominada al Dylis (2002).
Autor: Charlaine Harris
Ganador de los premios:
Anthony, Lord Ruthven, Agatha Christie
Traducción: Aitor Solar Azcona
Fecha de publicación: enero de 2009
Formato: 23 x 15 cm

Encuadernación: Rústica con solapas
Páginas: 256
PVP: 16,95 €
ISBN: 9788498004823
Colección: PANDORA Nº: 0

Género: Fantasía
Otros idiomas: más de veinte




"Nunca vería a Bill a la luz del día. Nunca le prepararía el desayuno, ni quedaría con él para comer.
Nunca tendría un hijo suyo.
Nunca le llamaría a la oficina para pedirle que de camino a casa comprara algo de leche.
Nunca iría a la iglesia conmigo."

Sookie Stackhouse
Muerto hasta el anochecer
p. 141

Existe algo del orden de lo ameno, vinculado con la fluidez de la narradora, que nos hace avanzar casi sin darnos cuenta a lo largo de las páginas de Muerto hasta el anochecer. Charlaine Harris (1951, Tunica, Mississippi), su autora, ha logrado encontrar en Sookie Stackhouse un personaje sobre el cual construir un universo que, de acuerdo con lo que promete su extensa serie de títulos, augura más y diversas sorpresas.
Muerto hasta el anochecer logra trascender porque lo que funciona, sobre todo, es su premisa vampírico-humana: en el mundo de Sookie los vampiros han sido reconocidos como seres reales y, dado el hecho, pasibles de acceder a los mismos derechos que posee el ser humano. En torno a ello, se desarrollarán las diversas temáticas que la ruptura del mito estimula, y que han sido el lugar desde el cual los vampiros han sobrevivido durante siglos en la narrativa: racismo, homofobia, derechos humanos (¿para un “no-muerto”?, ¿en qué categoría cuadra el vampiro?), miedos, religiones, y tanto más. Porque si la figura del vampiro puede revestirse desde algún significado, éste es, precisamente, el de lo “otro”, el de su negación y, por ello, su persecución.
En la novela de Harris nos vemos inmersos en plena novedad de convivencia vampírico-humana, con el plus de sentido que supone narrar las vicisitudes de Sookie (camarera, telépata y virgen) desde el pueblo sureño y ficticio de Bon Temps, en plena Luisiana. Sookie sabrá darse cuenta de que un vampiro, por fin, arriba al pueblo y a su lugar de trabajo. Asediada por la persecución de pensamientos ajenos que le taladran permanentemente el cerebro (y que han hecho de ella una “rara”), Sookie descubre que sus poderes nada pueden hacer ante la presencia de Bill, vampiro de familia, también y cómo no, sureña.
La pulsión sexual entre ambos será el pulso inevitable de Muerto hasta el anochecer, pero lejos está la propuesta de Charlaine Harris de corresponderse con –aprovechemos el término- la vena afortunada de Stephenie Meyer y su serie Crepúsculo. Allí donde sólo existe una moralidad puritana, con adolescentes castos y vampiros arrepentidos, nada tiene que hacer el personaje de Sookie Stackhouse. Con un planteo más cercano a temáticas adultas, pero sin perder el vilo del entretenimiento juvenil, el libro de Charlaine Harris se divierte y transgrede miedos, porque Sookie no vacilará en dar pasos decisivos, sea en materia sexual, sea en cuanto al trauma que le suponen los rumores ajenos y la posibilidad de ser la próxima víctima del estrangulador. Una serie de asesinatos rodean a Sookie, y amigos y familiares morirán bajo un mismo patrón homicida, mientras la sospecha recae, a su vez, sobre el nuevo amigo vampiro.
Muerto hasta el anochecer nos permite acceder a un microcosmos que, una vez dado el primer paso, subyuga para su continuación. Más lo que supone encontrarnos con la traslación televisiva de título True Blood (HBO), obra de Alan Ball, mismo responsable de Six Feet Under (2001-05) y guionista de American Beauty (1999, Sam Mendes). Allí es Anna Paquin la encargada de dar vida a Sookie Stackhouse, en el marco de una primera temporada que, aún cuando sigue el carril del libro que aquí comentamos, se permite nuevos personajes y virajes narrativos, que favorecen el desarrollo argumental y profundizan, a veces de manera sombría, los vínculos entre los diferentes personajes. El uso de la sangre vampira como estimulante adictivo es un hallazgo del libro que la serie de Ball ha aprovechado, en algunos capítulos, de modo admirable. Junto con una mirada sobre lo religioso que, al tratarse del sur norteamericano, adquiere progresivamente tintes más reaccionarios y peligrosos.
Los libros de Sookie Stackhouse, también conocidos como la saga de los Vampiros Sureños, son hasta ahora ocho, con un próximo título a editarse durante el presente año. La Factoría de Ideas, de España, a través de su colección Pandora, ha editado para nuestro idioma los tres primeros (Muerto hasta el anochecer -3 ediciones-, Corazones muertos, El club de los muertos –de aparición inminente-), más la promesa de continuar hasta el último de los libros de Sookie. True Blood, en tanto, conoce por estos días la emisión de su segunda temporada en las pantallas norteamericanas.

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